El mundo de ayer
Rafael Castaño
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Mientras busca junio las tablas de forma inexorable bajo una tregua térmica que se alarga gratificantemente, en plena caminata matinal se me agolpaban ideas que dejan en mal lugar la situación. Pero no a una situación coyuntural, sino una situación por la que atravesamos sin verle el final. Varios indigentes de lengua gentil iban remolcando todos sus enseres en el carrito de Mercadona unos y en el de Carrefour otros. Enseres desechos de tienta y cerrado, desde una lavadora rota a un colchón con los muelles al aire, trozos de un somier y alguna tubería inservible. Iban camino de no se sabe dónde y con procedencia desconocida cuando se me vino a la memoria una imagen idéntica de hace cuarenta años en cierto viaje de Bucarest a Craiova. Entonces eran carromatos quejumbrosos y ahora carritos de supermercado. Por lo demás, todo igual; un dolor.
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