Personajes

La presencia normalizada en Sevilla de los llamados 'personajes' es síntoma de buena salud ciudadana

06 de septiembre 2019 - 02:31

Uno de los riesgos del sistema en que vivimos -lo pienso bastante a menudo- es la formación de individuos en serie. Mucho me temo que, del mismo modo que se hacen estanterías como churros, también se forjan personalidades de carril, se nivelan con una allanadora las cabezas y los corazones y acaban siendo cortadas por la misma tijera las opiniones, los cuerpos, los discursos, el carácter. Suele pensarse que los uniformes son propios de los regímenes políticos abiertamente totalitarios. Qué va. La formación de masas y el adocenamiento se da por supuesto en nuestra sociedad tecnodesarrollada, bajo la apariencia además de libertad y distinción. "¡Hago lo que quiero!',/ decía una hormiga / en el hormiguero", escribió con gracia y retranca Francisco Díaz Velázquez. Ese exclusivo chaleco que le hará sentir única es igualito al que yo tengo. Mundo raro este, en el que los diferentes se parecen cada vez más.

La presencia normalizada en una ciudad de esas gentes que podemos calificar -sin ninguna acritud- de personajes, de esas gentes que sin pretenderlo tienen un carácter auténticamente único, son un síntoma de la buena salud de una comunidad. Sevilla sigue siendo prolija en personajes, en figuras del paisaje urbano que resultan estrafalarias, excéntricas, a veces outsiders más no del todo, pues son queridas, respetadas en su barrio y protegidas por una comunidad que las reconoce y las siente como suyas. O eso más bien quisiera pensar. Yo no conocí a Vicente el del Canasto, ni al Pali en su puerta, ni a la Chéster en La Campana, ni a Silvio, ni a Antoñito Procesiones… De todos ellos (adviértase aquí también el sesgo de género) me han hablado con mucho afecto y gozo amigos algo más mayores que yo. Sí conozco en cambio el carácter indómito y felizmente singular de algunas gentes que hoy se toman la libertad de vivir y dejar vivir a su manera e incluso de caminar, a lo Lou Reed, por el lao más bestia de la vida. Se me agolpan en la cabeza unos cuantos honrosos personajes de la vida sevillana, que van desde la artistocracia a la heterodoxia más ortodoxa, la intelectualidad, el tajo y la molicie, la tauromaquia, el post-punk, las mañanas de mercado, las noches sin luna o la sacristía. Los reconocerá por su sabia inocencia y una genuina falta de impostura. Rechace imitaciones.

Como a muchos de los que los precedieron, la memoria de algunos de estos tipos sevillanos acabará siendo devorada por el tipismo. Es una pena, pues bien podrían servirnos de ejemplo vivo de lo que significa no seguir ejemplo. También de recordatorio máximo de algo fundamental: que mirado de cerca nadie es normal. Y a mucha honra.

stats