
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El sofá blanqueador de la Moncloa
Visto y Oído
LA voz era la de Valentina, la de Los Chiripitifláuticos, la de Mari Carmen Goñi, siempre cobijada en sus gafas, madre de Sasha, a su vez la dobladora de Lisa Simpson y otras voces de carácter juvenil. Valentina daba vida en España al encantadoramente cursi Petete, el ave-muñeco que acompañado de un tomo enciclopédico (un libro, qué tiempos más analógicos) daba paso a lecciones de letras o de ciencias al compás de la sonrisa de una señorita rubicunda que le daba réplica. "El libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene, y yo te digo contento, hasta el programa que viene", recitaba este pollito con el que TVE cerraba didácticamente su programación infantil cada día, cinco minutos de repipi sabiduría para los niños que estudiaban la EGB, siglos antes de que el Informe Pisa nos triturara por nuestro desatinado sistema educativo. Petete, un pingüino de la Patagonia (eso lo averiguamos lustros después de conocerlo), pertenece a tiempos de escueta, pero intensa, programación infantil en la Primera y casi Única Cadena, cuando los niños podían rematar la tarea después de que se fueran al cielo Un globo, dos globos, tres globos. Detrás de Petete estaba un creativo almeriense, Manuel García Ferré, que emigró a Argentina y allá se labró un futuro dibujando para agencias de publicidad. Sus criaturas pasaron del papel al cine y a la televisión y a finales de los 70 supimos de su buen hacer con ese libro gordo que dio paso a tebeos y enciclopedias infantiles. Petete sobrevive a García Ferré, que falleció este jueves en Buenos Aires a los 83 años, pero el pingüino es un ejemplar en vías de extinción, un espectro de lo que fue la televisión dirigida a los niños, con toda su ingenuidad. Un libro gordo pisoteado por un futuro sin presente.
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