Petit Comité

BARRIO del Arenal, una de la tarde y una comida de tres en el horizonte. La oferta gastronómica en este enclave se nos antoja infinita, así que para acotar un poco nos decidimos por el eje Dos de Mayo-Arfe-Pastor y Landero. Y además tomamos la opción de comer sentados por el escaso tiempo para tapear de barra en barra. ¿De acotar estamos hablando?, ni aún así nos es posible. Desde los tradicionales (Asador Salas), pasando por la cocina foránea (Porta Rossa) hasta apuestas más renovadas (Bardot, La Bulla, La Brunilda...). Al final, y tratándose de un viernes al mediodía, optamos por Petit Comité. Principalmente porque mantienen lo que al parecer es una costumbre reñida con algunos de los nuevos locales de moda. La reserva de una mesa es para muchos la única manera de asegurarse una visita cómoda a estos negocios.

Petit Comité tiene un nombre que le encaja como un guante. Es entrar y encontrarte un lugar recogido y acogedor dividido en dos zonas. Suelo de baldosas hidráulicas, maderas en contraste con paredes blancas y la sensación de que uno se ha colado en el salón de una casa de la zona. El negocio estaba casi al completo y sin embargo disfrutamos de una comida agradable y tranquila sin estridencias. Servida por un personal joven e informal, nunca nos faltó agilidad y atención continua. La carta es escueta, de unos 25 platos, en la que destacamos y aplaudimos el hecho de que más de la mitad sean aptos para celíacos (intolerantes al gluten). Respecto a las cartas, es cierto aquello de que hoy en día los chefs de este tipo de negocios no pueden dejar de firmar su propia ensaladilla, sus croquetas y la hamburguesa.

Después de dos cervezas y una copa de un buen Riesling descorchamos un Predicador, apuesta segura, para dar la bienvenida a los primeros platos. Ensaladilla Petit Comité fue el primero. En Sevilla, la ensaladilla es el sanctasanctórum de las tapas, al igual que la Cruzcampo lo es para la cerveza. Es agradable encontrar negocios que introduzcan pequeñas innovaciones en esta tapa, y aquí la interpretan con un ligero matiz a mostaza antigua y albahaca, acompañada de chips de yuca frita que le van como anillo al dedo. Muy buena.

Los boquerones al Tío Pepe, de calibre medio tirando a bajo, tienen el sutil aroma del fino y aunque el rebozado es mejorable no desmerece el resultado final. Tan agradable es el sabor del pescadito que la rica mayonesa de yerbabuena se va casi intacta.

Continuamos con unos raviolis rellenos de foie y salsa de boletus. La combinación foie-boletus en una carta es como un reclamo que genera altas expectativas. En este caso la pasta algo gruesa y levemente pasada de punto, un relleno de escaso sabor y una salsa de boletus correcta no son suficientes. Es el plato más flojo.

Tras él recibimos un soberbio pulpo con parmentier trufada con yema de huevo, que bien merece toda la visita. El pulpo viene con un golpe de parrilla acertadísimo, el parmentier cremoso, perfecto como acompañante del pulpo, y una yema de huevo que no sobra, sino que sirve de engarce y catalizador a los anteriores elementos. Bravo. Con él pedimos un Priorato, Les Cousins L'inconscient 2012. 5 variedades que configuran un vino directo, vivo y divertido a un precio genial. Que nos acompaña para dar buena cuenta de un T-Bone de ternera que es más un entrecot, con aroma de tomillo y una reducción de vino tinto, todo muy bien ensamblado para potenciar el sabor de una magnífica carne.

Pedimos un risotto con foie antes de dar paso a los postres. Un risotto de presencia exquisita y en su punto de cocción. Una pena que esté subido en sal hasta hacerlo incómodo. Se va el plato a la mitad y sin que lo pidiéramos no lo pusieron en la cuenta, lo que demuestra un nivel de detalle y atención realmente destacable. Un plato de magníficos quesos españoles, ¡por fin!

Para acabar nos decidimos por un gin-tonic sólido y una crema de queso con chocolate blanco. El primero, divertido con la gelatina de ginebra, sirope de enebro y helado de limón que lo asemeja más a un gin fizz que a un gin-tonic y que es toda una experiencia, y el segundo goloso y suave. Digno punto y final de esta interesante comida. Por todo ello (sin el risotto) tres comensales abonamos 133, 20 euros.

En plena "puertalaarená" -Antonio Burgos dixit-, uno de los puntos calientes gastronómicos de la ciudad, brillar y oficiar a este nivel no es moco de pavo. La oferta en "el eje" es apabullante y de un nivel notable, y aunque últimamente devora negocios de hostelería a ritmo vertiginoso Petit Comité puede mirar de soslayo a Saturno, eso si sin olvidar aquello de camarón que se duerme...

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios