el periscopio

León / Lasa

Primark: hacia el 'low cost' total

Masas explotadas asisten felices a comprar productos de ínfima calidad producidos por otras masas más explotadas

08 de noviembre 2015 - 01:00

LLEGA un momento en la vida en el que nada debería sorprendernos. Sin embargo, como prueba concluyente de que todavía somos materia inocente, de que aún pensamos que pueden existir las hadas madrinas o los ángeles custodios, de que la verdadera vocación de los políticos es la del servicio público o de que nuestro equipo de siempre puede ganar la Liga, es que nos siguen llamando la atención los hechos que acaecieron recientemente en Madrid ante la inauguración en la Gran Vía de una tienda de Primark. Para quienes no lo sepan, diremos brevemente que Primark representa en el sector de la moda el low cost del low cost. Al lado de Primark, en precios y, quizá, en diseño y tejidos, Zara podría considerarse como heredera de Givenchy o Hermés. Ante el reclamo de bragas a menos de un euro o calcetines por el equivalente a varios pictolines, la inauguración de Primark, decimos, acolapsó la Gran Vía y aledaños durante varias horas hasta el extremo de que tuvieron que intervenir la polícia y los seguratas de la propia empresa para regular el acceso que, finalmente, sólo pudo hacerse en grupos de diez personas, previo desalojo de un número idéntico de las que ya estaban en el interior. Es la masa. Es una rebelión muy diferente de la preconizada por Ortega.

Según cuentan, los precios son irresistibles, especialmente los de su sección de lencería, con tangas multicolores a menos de dos euros (esperemos que no despinten). El tanga como igualador social y destructor de barreras económicas. También dicen que la inauguración de la macrotienda ha creado no sé cuántas decenas de puestos de trabajo (no se concretan las condiciones y salarios de esos puestos de trabajo, claro está). Sin embargo, a esas miles de personas que acudieron a la inauguración de la tienda, a las que acuden diariamente a ésa y a otras parecidas, ¿se les ha ocurrido pararse a pensar en qué situaciones laborales se han manufacturado esas prendas? ¿Por qué son tan endiabladamente baratas? ¿Tenemos derecho a protestar contra reformas laborales en nuestro entorno cercano cuando con nuestras actitudes, nuestras pautas de compra, favorecemos el deprecio de los derechos laborales de semejantes a miles de kilómetros? ¿No es una muestra más de nuestra adicción infantil por las éticas indoloras? Tal y como lo vemos algunos -ya sé, de forma exagerada-, masas explotadas asisten enloquecidas y felices a comprar productos de ínfima calidad producidos por otras masas aún más explotadas. Es la belleza insondable del mercado, del liberalismo, de la naturaleza modélica del sistema capitalista, de la asignación eficiente de recursos escasos. Mientras no nos toque. P. S.: Según El Periódico, el popular Garcia Albiol estaría cobrando dos sueldos del erario público "por error administrativo"; y no se había enterado en todo este tiempo. Le puede pasar a cualquiera.

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