Puro cinismo

La ruta por los platós de Pedro Sánchez demuestra su desvergüenza en el mentir y su obscenidad descarada

Pedro Sánchez, durante la entrevista que la realizó Pablo Motos en 'El Hormiguero'.

Pedro Sánchez, durante la entrevista que la realizó Pablo Motos en 'El Hormiguero'. / Efe

SI hay algo que no soporta el presidente Pedro Sánchez es que haya una corriente mayoritaria de opinión de que vive en y del embuste. Un pensamiento coincidente no entre quienes tenemos el privilegio de expresar nuestras opiniones en los medios de comunicación, sino entre la diversidad de la sociedad española. Basta nombrarle y observar.

La ruta por los platós televisivos en la que basa su precampaña ha demostrado con creces que su desempeño como gobernante es la definición pura del cinismo: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”, según la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española. Pero también de la segunda: “Impudencia, obscenidad descarada”.

La incomodidad en su relación con la verdad de los hechos frente a sus engañosas palabras previas, quedó patente desde la entrevista con Carlos Alsina en Onda Cero, en la que le preguntó si se consideraba sincero y respondió que sí, y tuvo como réplica el rosario de mentiras que jalonan el ejercicio de su gobernanza (no llegaría al poder con una moción de censura porque exigía el concurso de los independentistas, no indultaría a los insurrectos en Cataluña –para los que además ha eliminado el delito de sedición desprotegiendo al Estado–, jamás pactaría con Bildu... por citar los engaños más graves).

Ante la evidencia, esta semana, en El Hormiguero, donde literalmente hostigó a Pablo Motos, ha llevado su cinismo al cénit: no ha mentido, simplemente ha cambiado de criterio. En una sola frase confirmó ambas acepciones. Porque cambiar de criterio en asuntos como los citados es quebrar el compromiso con los electores y demostrar con descaro que su única motivación fue el acceso al poder y es hoy mantenerlo.

A quienes hacen de la mentira su modo de vida, no les importa ni el descrédito, ni la desconfianza que generan ni tampoco el daño que sus actos causan sobre los sujetos a los que se pretenden engañar. Y está visto, que ni siquiera están dispuestos a corregirlo o enmendarlo.

En el caso de Pedro Sánchez no estamos ante golpes de realidad que le hicieron cambiar de opinión, sino ante la constatación de que es capaz de decir o hacer lo que sea para ejercer el poder, aunque eso conculque cualquier compromiso previo. Ahí es donde hay que enmarcar también su discurso victimista y tramposo de que hay una confabulación de poderes económicos y mediáticos para hundirle, basada en la mentira, la maldad y la manipulación sobre su desempeño como gobernante. Por lo visto, el pasado 28 de mayo España no votó en libertad ni rechazó su insuperable cinismo, que fue el mejor sondeo previo al 23-J.

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