AHORA que entra la Champions en el vértigo que la cimenta, en esa especie de ruleta rusa que la hace especialmente apasionante, ahora que ya no cabe la posibilidad de desquite que da el sistema de liga, ahora bien podría gastar el bombo suizo una broma de no te menees. De broma morbosa podríamos calificar un Real Madrid-Manchester United, con Sir Alex Ferguson ocupando el banquillo visitante del Santiago Bernabéu. Con la que está cayendo entre ambos clubes desde que Cristiano Ronaldo anduviese por medio, un Real-United en octavos de final sería fantástico, un espectáculo inigualable por morbo e interés.

De nuevo se han desatado las hostilidades entre el veterano técnico escocés y el Real Madrid, todo el Real Madrid, no el presidente, Mijatovic ni nadie en particular, sino toda la organización. De mafia ha calificado Sir Alex al mejor club del siglo pasado, por lo que la reacción en Concha Espina no ha de hacerse esperar. Desconozco si Cristiano recalará alguna vez en el Realísimo o no, pero lo cierto es que su figura no está contribuyendo a la buena relación entre dos de los clubes más importantes del universo. Cada vez que se mueve una hoja en torno al Adonis luso, Sir Alex brama, por esa boquita sale lo que no está en los escritos y no deja títere en pie.

Como resulta que ahora se ha reabierto la caja de los truenos, un emparejamiento hoy para una doble cita en Chamartín y Old Trafford sería buenísimo para que la fiesta no decaiga. Por supuesto que en el Madrid se querrá que toque el Panathinaikos y que Sir Alex preferirá a los portugueses del Sporting, claro que sí. Pasa que un Real-United conmocionaría al mundo mundial y que tanto la aparición de Sir Alex en el coliseo de la Castellana como la de todo el Real en Old Trafford demandaría un número incalculable de geos. Faltan horas para que el bombo de Nyon suelte por su bocana el sorteo de octavos de Champions, ¿saldrá esa bomba con explosión a dos meses vista?