Reedición del elogio a Moneo

EN la semana que más se habla en Sevilla sobre arquitectura y patrimonio, llega oportuna una conmemoración. Helvetia celebra hoy los 25 años del edificio que Rafael Moneo diseñó como sede de Previsión Española, compañía absorbida por aquélla. Una obra que tenía el desafío de ser útil para la administración de una empresa, y no chirriar con la Torre del Oro, con la dársena del Guadalquivir, con la Torre de la Plata y con la muralla conservada junto a la Casa de la Moneda. Reto resuelto de modo sobresaliente por Moneo, uno de los maestros de la arquitectura contemporánea. Ni es epatante ni es un pastiche. Elegancia y buen gusto en sus formas y en sus materiales, en fecundo diálogo con su entorno frontal y trasero.

Decir eso en junio de 2012 tiene poco mérito. Más enjundioso era opinar así en 1987, cuando desde el inmovilismo y la ignorancia se lanzaron críticas sin solidez conceptual contra la construcción de ese edificio en ese lugar. El acto al que hoy convocan José María Paagman y Rafael Atienza, con Moneo presente, también debe servir de homenaje y gratitud a los sevillanos que hace 25 años acertaron al ser contemporáneos en el elogio a la calidad de aquella contribución empresarial y arquitectónica que se forjaba en el histórico Arenal.

En Sevilla laten demasiados hartazgos, rencores y complejos que son pésima argamasa para hacer valiosas aportaciones a una ciudad que en su historia fue importante cuando supo a la vez innovar e integrar, y fue cateta cuando se dejó dominar por la prepotencia o por el miedo escénico. Por eso subrayo un rasgo esencial de la buena arquitectura contemporánea en Sevilla: su eficacia. Y es el prisma, a mi juicio, desde el que más se debe analizar el rascacielos, su inversión y sus objetivos. La altura y la estética son factores secundarios. Son el espejismo de los verdaderos aciertos y fracasos. También es pertinente recordarlo hoy, cuando Cajasol deja de ser Banca Cívica y buena parte de su estructura directiva es incentivada a prejubilarse.