Lourdes Alcañiz

Romney 1-Obama 0

la tribuna

06 de octubre 2012 - 01:00

PARECE que no lo lleva en la sangre. A pesar de lo mucho que sus asesores lo aleccionaron en tácticas agresivas durante el debate, el presidente no le enseñó los dientes lo suficiente a su oponente durante el primer debate presidencial. En contraste, el candidato republicano le soltó ganchos, derechazos y golpes bajos a gusto. ¿El resultado? Las encuestas de aprobación posteriores al debate dan casi el 60% de aprobación a Romney y sólo el 25%, a Obama.

El presidente, fiel a sus tácticas de profesor de universidad, esperaba poder conectar su mensaje a la audiencia. En vez de eso se vio forzado a una esquina del ring, soltando estadísticas para rebatir las acusaciones de su oponente. Romney, en cambio, apareció ágil, seguro de sí mismo y agresivo. ¿Y qué tiene que ver esto con la capacidad de dirigir una nación, o la solidez de las propuestas presentadas a los electores? En Estados Unidos, todo.

Las campañas prelectorales, y especialmente los debates, se han convertido en el circo de la opinión pública. Es un concurso de popularidad, de telegenia y de quién proyecta más seguridad. Hasta ahora el presidente Obama llevaba la delantera en las encuestas de opinión y gran parte de los resultados se debían a la percepción que el público americano se estaba haciendo de Romney: un hombre distante, poco claro, mormón, que no conseguía conectar con la audiencia. Esto ha cambiado considerablemente tras su actuación en el debate.

La táctica principal durante el mismo consistió en atacar al presidente por el estado de la economía y el desempleo. Para ello utilizó una ristra de estadísticas y datos de los que Obama se defendió a su vez con otra descarga de estadísticas. Al final el mensaje del debate por ambas partes quedó enturbiado en el enredo de datos, acusaciones e interrupciones entre ambos.

Pero todo eso da igual, porque Romney se vio como "el más seguro". Un dato de muestra sobre la superficialidad de estos concursos de telegenia está el que los analistas políticos, y especialmente los conservadores, hacían una dura crítica al día siguiente de las medias verdades lanzadas por Romney, los datos retorcidos y las encuestas sacadas de contexto. Por ejemplo, uno de los datos esgrimidos por Romney fue un estudio realizado McKinsley, un gigante de las encuestas, que aseguraba que un 30 por ciento de las empresas dejarían de proporcionar seguros de salud a sus empleados, amparándose en la reforma sanitaria del presidente. McKinsley tuvo que retractarse posteriormente de estos datos por falsedad en la muestra de los encuestados. Sin embargo, una de las frases más memorables del debate fue la de Romney: "Señor presidente, usted tiene derecho a su propio avión y a su propia casa, pero no a sus propias estadísticas".

Entre medias de la ensalada de números el presidente intentó recordar a la audiencia que el desastre económico tiene su origen preciso en políticas como las que los amigos de Romney crearon, y quieren volver a instituir. Políticas que han destrozado a la clase media americana. El candidato republicano por su parte machacó el mantra de que bajo el mandato de Obama el país no se ha recuperado y el desempleo no baja (hasta ahora). La eterna discusión sobre si el Gobierno tiene que intervenir para crear trabajos o si hay que quitarse de en medio y dejar al sector privado que se las apañe.

Pero, en definitiva, en el cuerpo a cuerpo el presidente no da bien. Arrastró palabras, titubeó y, sobre todo, no sacó a relucir los argumentos que son parte central del despliegue mediático contra Romney. No fue parte del contraataque el hecho de que el candidato republicano, a pesar de ser multimillonario, ha puesto en práctica todas las componendas fiscales posibles desde siempre para pagar los mínimos impuestos. O Bain Capital, la compañía que Romney se jacta de haber sacado de la quiebra y llevado a la solvencia y más, lo hizo a base de derivar trabajos a China.

Economistas, analistas y el público informado en general siguen considerando que las propuestas económicas del presidente, así como su equipo económico, tienen mucho más sentido que lo que pretende implantar Romney si llega a la Casa Blanca. Estos votos ya están contados en el lado demócrata. Pero el debate puede haber conseguido que los votantes indecisos le den una segunda mirada al candidato republicano.

Estamos a poco más de un mes para el día de las urnas y el circo mediático va a tope. Obama intentado reparar el daño, ahora sí mostrando los dientes en los actos de campaña y Romney afianzando su posición por todos los medios a su alcance (que no son pocos). Un as que se acaba de sacar de la manga Obama es que el desempleo ha bajado por primera vez este mes desde que se inició la rescisión. Además, faltan tres debates todavía. Hay circo para rato.

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