La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
No es necesario ser un conspiranoico para saber que el objetivo es el derribo de lo que llaman el régimen del 78. Sobre todo -lo han dicho siempre- por parte del partido socio del Gobierno y sus apoyos ERC, Bildu y PNV. Pero también, sorprendentemente, del PSOE sanchista. Fallecidos la mayoría de los protagonistas de la Transición cargan contra sus dos actores y símbolos más importantes vivos -Juan Carlos I y Felipe González- reduciéndolos al rey de las comisiones y el presidente de los GAL. Son más que eso y España les debe mucho. Pero la estrategia es achicar sus logros, magnificar sus errores y enfangar la Transición como una chapuza pactista que hizo real la famosa frase de El Gatopardo: cambiarlo todo para que no cambie nada. No es cierto: se cambió todo para pasar de una dictadura de cuatro décadas a una democracia plena. Pero, ¿a quién le importan los hechos? No se trata de historia, sino de propaganda.
Lo que Podemos, antes, y Unidas Podemos, ahora, piensan sobre la Transición, Juan Carlos I, Felipe VI y Felipe González es sabido. En 2016 los ahora socios de Gobierno se enzarzaron cuando Iglesias dijo en sede parlamentaria a Sánchez: "El problema es que a usted le han prohibido negociar con nosotros. Lo dijo Felipe González, el que tiene el pasado manchado de cal viva. Cuídese de él". Desde los escaños del PSOE le abuchearon y Sánchez le replicó: "Yo me siento muy orgulloso de Felipe González".
Cuatro años después Sánchez le ha hecho caso y él y su partido se cuidan de González y del régimen del 78. En un frágil toma y daca el entorno de Iglesias considera a Sánchez un "dique de contención frente a quienes les quieren fuera del Gobierno" y Unidas Podemos no apoya la investigación sobre González "porque todo el mundo sabe lo que pasó", mientras al ministro de Justicia se le escapa que estamos frente a una crisis y un debate constituyente, Sánchez no abre la boca para defender al jefe del Estado y a González, y el secretario general de los socialistas vascos dice que González "está muy lejos del PSOE, tanto como militante, como conceptualmente" y "en algún momento deberemos decirle basta ya".
Es una asociación con el mismo grado de confianza recíproca que el de la rana y el escorpión de la fábula. Lo grave es que con ellos se hundan el PSOE socialdemócrata -partido esencial para la vida política española- y el marco constitucional de convivencia de los últimos 40 años.
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