Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Sentido común

Pedro Sánchez tendrá que aplicar sentido de Estado y sentido común para sortear las trampas que ya le ponen

El primer paso, coincide todo el mundo, no ha estado nada mal. Pedro Sánchez ha conseguido rodearse de un equipo que transmite solvencia en los temas esenciales de Estado y que hace gestos a colectivos muy diversos. Gestos importantes, como el nombramiento de Borrell, quizás el político catalán que con mejores armas dialécticas y profundidad científica -si el término es aplicable en este caso- ha combatido el disparate del desafío separatista. O el de llevarse a Madrid, nada menos que al Ministerio de Hacienda, a la consejera con mejor cartel del Gobierno de Susana Díaz, todo un símbolo de apaciguamiento interno y de situar el debate presupuestario y la financiación autonómica lejos de los maximalismos nacionalistas.

Ya tiene, por tanto, el nuevo presidente del Gobierno los mimbres necesarios para empezar a solventar la grave crisis política en la que se ha metido España y, cuando la situación lo aconseje, llamar a los españoles a las urnas. Porque estos primeros pasos no deben hacernos olvidar cómo y en compañía de quiénes ha llegado Pedro Sánchez a La Moncloa. Ahora le toca lo más difícil: gobernar. Para ello tendrá que sortear obstáculos de todo tipo y, sobre todo, las trampas que ya desde el primer día le están poniendo los que se quieren cobrar el peaje de haberlo llevado en volandas al poder desde la minoría más clamorosa, 84 escaños, que ha tenido su partido.

Quizás no sean escalas comparables y seguro que hay diferencias cualitativas y cuantitativas importantes. Pero Pedro Sánchez podría echar un vistazo a lo que se ha hecho por aquí abajo, no tanto en el Palacio de San Telmo como en el Ayuntamiento de Sevilla. Juan Espadas no ganó las elecciones. El alcalde lo fue gracias al apoyo de la marca blanca de Podemos y de Izquierda Unida, que no tardaron en exigirle el pago del favor. Sin embargo, Espadas supo escaparse de estas presiones y cuando tuvo que enfrentarse a los problemas claves de Sevilla, desde la elaboración del Presupuesto hasta las prioridades estratégicas de infraestructuras, no dudó en acercarse a Ciudadanos e incluso al Partido Popular para negociar con ellos y llegar a acuerdos con un amplio respaldo social. No le ha ido mal a Juan Espadas con esta política, todo lo contrario. Hoy nadie duda que tenga muchas papeletas, casi todas, para ganar las elecciones del año que viene.

Los retos de Sánchez van a ser muy diferentes. Pero hará bien, como ha hecho Espadas en Sevilla, de alejarse de adherencias imposibles y mirar hacia donde haya sentido de Estado y sentido común.

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