Manuel Enrique Figueroa

Sentir extrañeza de Sevilla

11 de enero 2019 - 07:10

De acuerdo con la Real Academia Española, extrañar significa echar de menos. La misma fuente expresa que, como intransitivo pronominal significa sentir extrañeza y suele llevar un complemento con que expresa lo que la causa. Por eso este artículo se llama Sentir extrañeza de Sevilla. Escribía Rosa Jiménez Cano hace unos años que extrañar le parecía una palabra insuperable. Manifestaba que lo era no sólo por cómo suena, con su equis y su eñe marcando el ritmo y dando una idea del carácter de quien la pronuncia, sino por la amplitud de su significado.

Extrañar es, al mismo tiempo, sentir la ausencia de alguien o de algo que ha desaparecido de tu vida, pero también la extrañeza, el extrañamiento, la condición de extraño ser en que te ha convertido esa pérdida vital. Nadie puede ser el mismo cuando extraña a alguien o algo. Se puede extrañar una ciudad. Se siente extrañeza de Sevilla cuando se vive lejos de ella. Es un sentimiento que pueden expresar no solo los nacidos y que han vivido en Sevilla, sino también los que no habiendo nacido en Sevilla han vivido en ella un tiempo sustancial de sus vidas. La canción que canta el conjunto Los del Río, compuesta por César Cadaval, que lleva por título Sevilla tiene un color especial nos transporta a ese algo que tiene la ciudad de Sevilla.

Las ciudades donde vives, y quizás has nacido, se extrañan cuando estas lejos de ellas. Alguien, hace años, decía que los jóvenes que se marchan de sus ciudades de origen –o de su país– es porque les gustaba viajar. Una cosa es viajar por turismo y otra muy diferente emigrar para poder vivir o desarrollarte en cualquier aspecto. La pasada noche de Fin de Año hablé con dos mujeres, María y Cristina. Ambas tienen experiencia en vivir fuera de Sevilla. Las dos tuvieron que irse para encontrar un campo mejor para sus capacidades. María ha vivido un tiempo en Estados Unidos, concretamente en Dallas; Cristina vive actualmente en París. María y Cristina buscaban una oportunidad de desarrollo de sus capacidades para lo cual era preciso el alejamiento de su ciudad. Tanto en Dallas como en París sintieron extrañeza de Sevilla, su ciudad. Ambas me expresaron una idea de gran profundidad: aunque se esté bien fuera no se desea envejecer alejado de Sevilla.

La extrañeza de la ciudad manifestada como la certeza de no querer envejecer en otra ciudad. Me pareció tan sensible y profundo que decidí contarlo en este espacio que dedicamos a nuestra ciudad. Nos sentimos orgullosos de Sevilla, los nacidos en ella y los acogidos por ella como es mi caso. Envejecer en tu ciudad, un deseo que necesita apoyo. Nuestros gestores políticos regionales o nacionales deberían evitarlo. La ciudad debe acoger adecuadamente a sus mayores, eso es responsabilidad de la política municipal. Necesitamos barrios acogedores para nuestros mayores. De esta forma, el sentimiento de extrañeza de la ciudad que conduce a no querer envejecer fuera de Sevilla tendría un final feliz.

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