La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Sevilla emite ruido a toda España

¡Se metían con el tío del cartel por el eco nacional de la obra! Salustiano, perdónanos No se gobierna Sevilla a base de ocurrencias Las calles más incómodas de Sevilla

José Luis Sanz, alcalde de Sevilla.

José Luis Sanz, alcalde de Sevilla. / M. G. (Sevilla)

Juan Espadas tuvo su momento ridículo como alcalde cuando fuimos noticia en los telediarios por la consulta (mal llamada referéndum) sobre la ampliación de la Feria. Votaron poquísimos sevillanos en una ceremonia absurda con la que las instancias oficiales querían fomentar la participación ciudadana, pese a que la gente en esta ciudad se organiza sola en las fiestas y en otros acontecimientos. Lo de la participación ciudadana siempre ha sido una expresión propia de la jerga de los concejales de Izquierda Unida, el mejor ejemplo de la Sevilla mínima. José Luis Sanz acaba de incurrir en su momento ridículo al tomar una decisión para la que no tiene competencias. No puede disponer de lo que sencillamente no es suyo. Una cosa es abrir debates y otra anunciar lo que no te corresponde. El error es de base. Y lo han dejado evidencia no sólo los del PSOE (la vicepresidenta del Gobierno, el vicepresidente del Congreso de los Diputados, el delegado del Gobierno, etcétera) sino los suyos de la Junta de Andalucía que, por cierto, se niegan una y otra vez a implantar la tasa turística general, que sería una medida absolutamente lógica en consonancia con otras ciudades, caso de Roma por poner un solo ejemplo. 

¿Para qué se mete el alcalde en semejante charco? Nadie le dice al rey que está desnudo. O está rodeado de agradaores, o sencillamente no oye a nadie de la cuadrilla. En verano nos fuimos a Asia a buscar más turistas chinos, pero ahora demonizamos a los turistas a los que culpamos de la degradación de la Plaza de España. Damos bandazos en el enfoque de un asunto capital, que diría Rajoy. No se le ocurrió al alcalde entrevistarse antes con las Administraciones que tienen sede en la Plaza de España, ni tampoco con el Cuartel General de la Fuerza Terrestre (Futer). Los militares sufren a diario junto a sus despachos el estruendo del tablao flamenco ambulante del que, por cierto, el alcalde emitió un vídeo en las redes sociales (lo cual ya tiene tomate que lo haga) y jamás dicen ni pío. Estilo se llama. Sevilla no puede ser noticia nacional por un ruido absurdo, artificial y con un resultado que era perfectamente predecible. Tenemos suficiente con soportar algunos de los barrios más pobres de España y unas infraestructuras insuficientes para el crecimiento y transformación de una capital de casi 700.000 habitantes en mundo globalizado. Disfrutemos de la ría de la Plaza de España y dejemos el gran charco embarrado que han creado de forma tan torpe como artificial. En el próximo telediario saldremos por la procesión que rematará el congreso de hermandades. De traca en traca. Y se metían con el tío del cartel. ¡Salustiano, perdónanos!

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