El Sevilla vuelve a respirar con la Doctrina Caparrós

En un recital del 'otro fútbol', la zona europea vuelve a ponerse a tiro de la tropa sevillista

10 de mayo 2018 - 02:33

Recitando al pie de la letra la Doctrina Caparrós, el Sevilla se asió a la zona europea batiendo a un Real Madrid irreconocible. Con la lección aprendida al milímetro, el Sevilla planteó la trascendental cita sabedor de sus posibilidades. Situó las líneas muy atrás y apeló a esa vieja conseja de la guerra de guerrillas que consiste en arrimar el culo a la pared y a ver si algún pelotazo lo caza uno de los de arriba para sacarle rentabilidad.

Y así iba a ocurrir a través de un partido que fue como el paradigma del otro fútbol. Todo el repertorio de marrullerías inimaginable salió a relucir y como el Real Madrid se parecía a sí mismo como un huevo a una castaña, pues una noche que se presumía terrible fue haciéndose bonancible según avanzaba. Y con el primer gol iba a surgir la figura de un futbolista que cuajó un partido excepcional. Fue Ben Yedder el autor de esa disertación de cómo se juega arriba en solitario.

Se sacó de la chistera el primer gol dejando en evidencia a la pareja de centrales que puso en escena el Madrid y generó el lance que supuso el segundo cuando iba a sonar la campana ecuatorial. El francés repitió aquella faena de Old Trafford, dejó también evidencia a ese Vincenzo Montella que lo arrumbó y resultó providencial en esta batalla. En un Sevilla remangado y lleno de barro, Ben Yedder fue la isla futbolística, el artífice auténtico de que el Sevilla viva.

La otra cara de la moneda la protagonizó Sergio Ramos. Desde su abrazo inicial a Caparrós, el excepcional defensa de España pareció dispuesto a hacerse perdonar para siempre por sus correligionarios sevillistas. Erró en los dos primeros goles, falló un penalti y batió a su portero en lo que pudo ser su noche más negra, o más blanca, de futbolista. Lo cierto es que el Sevilla vuelve a estar en la pomada y que en fútbol está claro que el fin justifica todos los medios sean como sean.

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