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Carlos Navarro Antolín

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Sevillanos andarines

La encuesta de movilidad nos dice lo que ya sabemos: andando se llega antes a los sitios

Un reciente estudio revela que los sevillanos preferimos ir a los sitios a pie. Nos encanta que nos muestren con cierto barniz científico lo que ya conocemos. Es lógico en una ciudad tan aficionada a los pregones, a que le anuncien lo que ya sabe que viene. Es como cuando el jefe del Cuarto Militar de Don Felipe da el taconazo y proclama quién entra en la estancia: "¡Su Majestad el Rey!". Ya se sabe, pero hay que decirlo. Conviene escucharlo. La encuesta de movilidad desvela que se tarda menos a pie y en bici que en coche y en autobús: "¡Los sevillanos vamos más ligero andando que en el autobús, en taxi o en el tranvía!". Toma, claro. Ocurre muchas veces. Son esas grandes verdades que están en el aire, que todos percibimos, pero que nos gusta que nos cuenten. En un atasco de mediodía en la calle Palos de la Frontera me advirtieron una vez: "Fíjate, el único que avanza es el tío del coche de caballos". Extraño fenómeno el de los coches de punto, siempre de frente. Cuántas veces no se ha sorprendido yendo por la Avenida y "empatándole" al tranvía en la parada del Archivo. Sí, sí. Es el mismo convoy que estaba en la Plaza Nueva cuando usted pasó por allí y que ahora se lo encuentra a la altura de Correos. Cáspita. Han tardado lo mismo el tranvía y usted. Acaso usted ha pasado calor. Y los del tranvía han ido a la sombra, pero aguantando sudores, la incomodidad de buscar la tarjeta para que se la valide el revisor y esa sensación de ir sobre una tabla de surf si le toca hacer el viaje sobre el disco giratorio. ¿Y qué me dicen de las grandes vías de acceso y evacuación del centro? Cualquier peatón tarda menos en recorrer la calle Águilas que un automovilista, sobre todo cuando llega a la estrechez donde están las rapaces que dan nombre a la calle. Ha de pararse, le da tiempo a saludar a Juan Manuel Albendea que va camino de los toros y vuelve usted a adelantar al coche que entró en la calle San Esteban al mismo tiempo, cuando salía usted de la Farmacia de la Puerta Carmona, la de Manuel Román. Y no digamos cómo es la cosa al salir de Santa María la Blanca en coche, con ese semáforo cicatero a la hora de ponerse en verde, más complicado que el de Lepe, donde los sevillanos en tiempos no tenían más remedio que girar la izquierda, no para apoyar al PSOE, que también, sino para acceder a la Antilla, que rima con Moreno. Todos los sevillanos sabemos cuál es el mejor medio de transporte, incluso en la fiesta que esta noche comienza. No hay fórmula más rápida de entrar y salir de la Feria que el uso de las extremidades inferiores. Los sevillanos andamos la mar de bien. Pero nos castigan sin sombra. A los cochinos de turno no les deben gustar nuestros andares. Quieren que no caminemos.

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