Francisco / Andrés / Gallardo

Terciopelos

Visto y Oído

05 de diciembre 2014 - 01:00

OJALÁ el Madrid de Velvet hubiera existido. Habría glamour y liberación (más que liberalismo) en aquella España de los 50, pero no era común. En los concursos de la radio participaban copleros, como ahora, y no baladistas como Manuela Vellés. La serie vintage deBambú para Antena 3, un ciclorama rosa donde el vestuario (con lencería tipo cruzado mágico) prima casi más que el guión, es purita fantasía como sabíamos de antemano. Todo dulce, sin contexto histórico real. Sólo hay tramas amorosas y peleas por un poder doméstico, con muchas reacciones femeninas que en realidad podrían ser de hoy día. Al menos así soñamos con lo que les pasó a nuestros mayores, que estaban atemorizados con catecismos y el que dirán. A las chicas sólo les hace falta que se pongan a whats-appear. Eso de que todos duerman en el mismo edificio de la tienda es, por supuesto, una licencia de producción para ahorrar costes y facilitar las situaciones. Gran Hotel en la Gran Vía, es decir, Velvet, es una serie bonita, de un país multicolor, y cumple con su objetivo de fotonovela en movimiento, porque para realismo, sangre, tortura o metaenfetaminas ya hay otras ficciones. Para atisbar la vida mundana, indagando en miserias tan vivas como entrañables, echando un ojo como un voyeur, ya tenemos a Frances McDormand en la recomendable Olive Kitteridge por Canal +.

Velvet es duduá de corchopán, como su banda sonora. De lejos parece fotografía, pero de cerca son topos dibujados de cuatricomía. El romance y desamor de los dos protagonistas, Silvestre y Echevarría, es un aguachirri argumental frente a unos secundarios mejor tratados y mejor interpretados. Rita-Cecilia Freire, Pedro-Adrián Lastra, son de esos comparsas que los guionistas de Bambú dejan sueltos; o el modisto de Asier Etxdeandía, Raúl de la Riva. Y José Sacristán seguro que más de una vez se contiene de repartir collejas entre los actores pipiolos. Y a escondidas se ríe de ese Madrid imposible de Velvet frente a la España de los 50, viaje a ninguna parte, que él vivió.

stats