La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los caídos de la Sevilla de Oseluí
El otro día, después de ver un tuit en el que un amigo se quejaba de que lo iban a echar de la vivienda de alquiler que ocupaba para construir en su lugar unos pisos turísticos, se me ocurrió realizar un curioso experimento. Me dediqué a buscar cuántas viviendas sociales se habían construido en Andalucía en estos últimos años. Una de las cosas más curiosas que nos pasan es que todos conocemos a docenas de personas que viven en las viviendas de protección oficial creadas por el franquismo hace 50 o 60 años. Pero en cambio conocemos a muy poca gente que haya encontrado una "vivienda social", es decir, construida por la Administración pública. Hace años, en los tiempos en que la socialdemocracia era fuerte en Europa, la izquierda tenía una política decidida a favor de las viviendas sociales. En Francia las llamaban "viviendas de alquiler moderado". En Inglaterra eran community houses.
¿Y en Andalucía? ¿Qué pasaba en Andalucía? Emprendí una búsqueda en Google, intentando averiguar cuántas viviendas sociales se habían construido aquí, pero, ah, amigos, eso era tan difícil como descifrar la fórmula de la Coca-Cola. Lo intenté en la página de la Agencia de la Vivienda y la Rehabilitación de Andalucía, pero no había datos. Eso sí, se me informaba de que se estaba tramitando el proyecto de ayudas para barriadas vulnerables. También se iba a realizar en Jaén un encuentro sobre eficiencia energética. Y por si me apetecía saberlo, se me anunciaba que el proyecto europeo Violet volvía a Sevilla para abordar la reducción energética. Ya ven nuestra maravillosa especialidad: docenas de reuniones, encuentros, debates, mesas, gabinetes donde cientos, tal vez miles de diligentes funcionarios se queman las pestañas buscando soluciones para la vivienda. Pero ¿Y las viviendas sociales? ¿Cuántas se habían construido? ¿Y dónde?
Misterio absoluto. En los años anteriores a la crisis, las cajas de ahorros se dedicaron a conceder créditos a mansalva a unos empresarios que luego pusieron los pies en polvorosa (y todos, claro está, tuvimos que rescatar a esas cajas de ahorros con nuestro dinero). Sin embargo, nadie se ocupó de conceder créditos para viviendas sociales. Pero no se preocupen: el proyecto Violet -sea eso lo que sea- va a estudiar la reducción energética. Que no cunda el pánico. Todo en orden.
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