La ciudad y los días

Carlos Colón

Volviendo de la procesión

Cuánta piedad judía, cuánta sabiduría griega, cuánta rectitud romana hay en su sonrisa y en su mirada

Como se arropa a un niño dormido. Como se tiene en las manos un objeto sin más valor -el más grande- que recordar a quien por un tiempo o para siempre está ausente. Como se besa una fotografía. Como se piensa en quien se ha ido cuando se vuelve de despedirlo por calles que parecen iguales pero ya no son las mismas para regresar a una casa que se ha hecho demasiado grande, demasiado llena del eco de voces que no volverán a oírse y de huellas que hieren. Como se acaricia la frente o la mano de un enfermo inconsciente. Como se dice "te quiero" a quien no puede oírlo. Así se vuelve, cuando van pasando los años, de la procesión de la Virgen de los Reyes. Sintiendo a la vez la pena de las ausencias y la alegría de saber que no hay gestos de amor perdidos, palabras dichas en soledad que no sean oídas, arrepentimientos tardíos que no obtengan perdón, ausencias que no sean a la vez presencias reales, muertos que no sean también -aquí, ahora y para siempre- vivientes. Que no todo es para nada.

La Virgen de los Reyes es como la madre que imaginó Lamartine en su Pensamientos de los muertos: "Es una madre maravillada que tiende desde la otra vida a sus hijos los brazos que un día los mecieron, llena de besos su boca, llamándolos su corazón desde el pecho que un día fue su cuna. Lágrimas velan su sonrisa y su mirada parece decir: ¿os aman como yo os amé?". Y su voz es la de todas las madres que a través de ella nos sonríen.

Cuánto conocimiento recio, antiguo, probado, cierto, hay en esta imagen más de siete veces centenaria. Cuánta piedad judía, cuánta sabiduría griega, cuánta rectitud romana hay en su sonrisa y en su mirada. Qué bien representa el retorno de Sevilla a la Europa de Francisco de Asís, Tomás de Aquino, Cimabue y Giotto. Y cuánto acertaron quienes escogieron su lema del discurso de la Sabiduría en el Libro de los Proverbios: "Oídme, porque mi boca habla verdad. Preferid mi enseñanza a la plata y mi ciencia al oro. Mejor es la sabiduría que las piedras preciosas y nada pueda desearse que sea comparable con ella. Yo, la sabiduría, habito con la cordura, míos son el recto consejo y el buen juicio. Yo soy la inteligencia, mío es el poder. Por mí reinan los reyes y los príncipes imparten justicia. Amo a los que me aman y me hallan los que temprano me buscan. Los que me aborrecen aman la muerte pero el que me halle, hallará la vida". Hoy empieza la octava.

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