GASTRO Estas son todas las hamburguesas que compiten en Sevilla por ser la mejor de España

PLAYAS Mapa con las banderas azules en Andalucía

¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El arma secreta de Sevilla frente a la crisis

¿Dará la cartilla del paro para algo más que el consumo del litro de Cruzcampo y el chochito a granel?

En esto no hay diferencias ideológicas, ni Sevilla dual, ni vainas que valgan. La clase dirigente sevillana tiene, desde hace tiempo, la solución perfecta para salir airosa de las crisis con las que la Historia Contemporánea nos pone a prueba como sociedad. ¡Ah, si los caballeros veinticuatro hubiesen sabido este bálsamo de fierabrás allá durante la peste de 1649! ¡O si los funcionarios borbónicos pudiesen haber bebido esta mágica poción cuando la Casa de la Contratación voló a Cádiz, en 1717!... Sevilla no sería hoy esta lista interminable de oportunidades perdidas; de lamentaciones sobre la muralla de la Macarena; de lloros señoriales y dignos de Dolorosa bajo palio... Esta fórmula mágica, lo diremos ya, es la promoción del velador como motor económico de la ciudad. En este asunto, decíamos, la administración Espadas no es ni mucho menos original. El gran Clausewitz de la importancia geoestratégica de los veladores fue nuestro Juan Ignacio Zoido, el alcalde que derrochó una mayoría absolutísima con la alegría jaranera de los grandes señores bajoandaluces. Recuerden: fueron los años del crack de 2008 y el político popular ideó un gran plan quinquenal económico que consistió en sembrar la ciudad de mesas y sombrillas. No hubo acera, plaza, avenida, callejuela, adarve o barreduela en el que no floreciesen las sillas de plástico en sus versiones más coloridas, desde el rojo Coca-Cola al verde Sprite. Para el recuerdo quedaron fotos que serán cantadas por los juglares del futuro en coplas de arte: "Sevilla era un reventón de sillería, ria-pitá, etcétera". Costó mucho luego volver a meter las cabras en el corral, pero ahora, el mismo Ayuntamiento que lo consiguió amenaza con "medidas excepcionales" para reactivar los veladores una vez que clausuremos el confinamiento. Y no es que nos parezca mal que se les facilite a los gremios la vuelta al lucro, algo fundamental para el buen funcionamiento de una economía de la que comemos todos, pero mucho nos tememos que la buena fe municipal se traducirá, una vez más, en la ley de la jungla del Zoidato, cuando cualquiera plantaba sus veladores sin más licencia y fuero que su santa voluntad. La crisis del/la Covid supondrá la consagración del bar estilo Mateos Gago, sin barra y con muchas mesas, como los cafés afrancesados de Tánger, pero sin el supremo entretenimiento de ver a la alegre morería pasar. Al menos, las terrazas de Zoido las llenábamos con turistas, pero ¿y las nuevas? ¿Dará la cartilla del paro para algo más que el consumo doméstico del litro de Cruzcampo y el chochito a granel? Sánchez, Iglesias, queremos saber.

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