Los autobuses de Enrique Ybarra pagan el pato

La izquierda radical no se la dio a mi Juan a la entrada, pero se la endiña en el peor momento y donde más duele: el turismo

Un autobús turísticos
Un autobús turístico / M. G.

14 de diciembre 2021 - 04:00

Nos pasamos el día soportando una turra de mensajes positivos de los barandas a cuenta del fin de la pandemia. Saldremos más fuertes, toda crisis es una oportunidad, necesitamos presupuestos aprobados con rapidez para estar listos cuando lleguen los fondos europeos, hay que facilitar la implantación de las empresas, es necesario reducir las trabas burocráticas y blablablá. Los mensajes en el caso andaluz se dirigen fundamentalmente a proteger nuestro particular (y casi único) cuerno de la abundancia: el turismo.

No tenemos por desgracia muchas chimeneas, nuestra economía productiva es escuálida, pero tenemos un chorro de visitantes al día que llenan hoteles y restaurantes, que hacen cola en los monumentos y que pueblan los autobuses de las dos empresas turísticas que ofertan los desplazamientos por la periferia del centro. El turismo se levanta poco a poco de la lona en la que cayó de golpe cuando el mundo se paró en marzo de 2020. Pues justo ahora, en el peor momento económico para las sociedades que trabajan en el sector, es cuando el Ayuntamiento de Sevilla plantea sacar a concurso el servicio de los autobuses para cobrar 225.000 euros del ala a las dos firmas que resulten adjudicatarias. ¡Al suelo, Enrique Ybarra, que vienen los nuestros! Sin diálogo previo, sin anestesia. Y todo porque mi Juan, ay mi Juan, quiere dejar el presupuesto aprobado antes de dimitir como alcalde y dedicarse a la aventura autonómica. Como no tiene ya el apoyo de Ciudadanos, se ha tenido que plegar a la izquierda radical, que llevaba años amagando con meterle el diente a las empresas de los autobuses turísticos.

Mi Juan ha debido decir: “¡A Susana Serrano lo que pida!”. Y a Antonio Muñoz, delegado de Turismo y alcalde in péctore, le ha caído un jarro de agua fría en un momento que debía ser de gozo personal. Vaya salida de Espadas y vaya entrada de Muñoz en el cargo. Parece que no había otra ocasión ni podían ser empleadas otras formas. Al garete los consensos y al trastero las mesas de diálogo. Algunos se pirran por jugar a la caza del empresario de éxito. La sociedad de Ybarra opera en 114 ciudades de 33 países, todo organizado desde la Plaza Nueva. Mueve 11,5 millones de viajeros. Si por puro oportunismo político se confirma la convocatoria del concurso público, tendrá que aspirar partiendo de cero, sin reconocimiento a los más de 30 años que lleva creando riqueza en la ciudad. ¡Toda una forma de generar seguridad jurídica y captar inversiones! El espíritu de Ada Colau se cuela en la Plaza Nueva. La izquierda radical no se la dio a mi Juan a la entrada, pero se la ha endiñado a la salida. En el peor momento y donde más duele: el turismo.

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