El AVE que perdimos

La historia se repite. Franco también sufrió el mal estado de la red ferroviaria e hizo esperar a Hitler en Hendaya

La eventitis

El buen socialista y el mal socialista

La estación de Santa Justa en la tarde del miércoles.
La estación de Santa Justa en la tarde del miércoles. / José Ángel García

04 de julio 2025 - 04:00

En España había dos claros ejemplos de puntualidad: las corridas de toros y el tren de Alta Velocidad. A las primeras las han puesto en jaque, cosa contra la que el mejor remedio son los exitazos de toreros como Morante, y al segundo lo han dejado sin reputación, han laminado su buena fama por pura incompetencia. El AVE era un orgullo en todos los sentidos. No solo ofrece ahora una imagen tercermundista por sus estrepitosos fallos, sino que hace tiempo que perdió el esmero en la atención a los clientes cuando era modélico desde la antiguamente denominada clase Turista. La red ferroviaria no da abasto.Una demanda disparada de usuarios y la falta de mantenimiento han dado al traste con un buen servicio. El verborreico e incontinente ministro Puente no dice esta boca es mía. La falta de reacción, de explicaciones y, sobre todo, de soluciones, es sencillamente impresentable. El AVE representaba la España que funciona, la deseada, la de la seriedad y el compromiso. Y lo han reventado. La clase política debería dejar de presumir de cifras de turistas y viajeros como aquel ridículo Conde Draco de Barrio Sésamo que no paraba de contar en voz alta. ¿Para qué tanto sacar pecho si no podemos ofrecer calidad?¿Para qué captar a tantos turistas del gigante asiático si no tenemos infraestructuras para atender tanto público como es debido? ¿Nadie se da cuenta de que vendemos un producto por encima de nuestras posibilidades?

En las grandes ciudades no hay contenedores para tanta basura como generamos los vecinos y los miles de turistas que llegan. Ningún fenómeno es aislado. Hagan un resumen de titulares de la prensa nacional y local. Faltan camareros, médicos, empleados de la limpieza, taxistas, policías... Cada vez somos más, muchísimos más. Y no hemos adaptado las infraestructuras a tanta demanda. Súmenle la terrible circunstancia de un gobierno desbordado por los frentes judiciales y más preocupado en sobrevivir que en gestionar. Un día se va la luz, otro sufrimos el enésimo desastre en los trenes, otro meten en la cárcel al número 3 del PSOE, al siguiente se colapsa el aeropuerto de Barajas... Y así van pasando los días. No sabemos cuándo acabará el sanchismo, pero está claro que el día que finalice no podremos decir que deja una España mejor. En los planes de regeneración habrá que incluir la Alta Velocidad, además de las normas de decoro perdidas en la vida pública. Hemos vuelto al tiempo en que Franco hizo esperar a Hitler en Hendaya por un retraso en el tren por culpa del mal estado de las vías españolas. Franco, siempre Franco. El sanchismo y el calor nos confunden.

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