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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La baraka de Franco y de Pedro Sánchez

Los ministros Marlaska e Irene Montero estaban en la cuerda floja, pero han cogido aire de nuevo La ministra pesadilla, icono de la soberbia

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez / (Davos)

La política de baja estofa es al mismo tiempo de alta velocidad. No sufre parones, ni colas en el vagón cafetería en medio de los campos de Ciudad Real. Esta política corre como una gacela, se ventila los episodios como una de esas series de Netflix con acento sudamericano (latinoamericano para la izquierda de escaparate y para la derecha adaptada al hábitat) para consumir en un fin de semana. Recuerden que en diciembre estábamos preparando el funeral político del ministerio de Interior, Fernando Grande Marlaska, al que los suyos le pedían la dimisión por las mentiras probadas en el asalto de la valla de Melilla. Oiga, que eran los suyos. Pero no pasó nada porque llegó el comandante de la abolición del delito de sedición y la suavización del delito de malversación y mandó callar. Nos olvidamos de nuevo del que fue prestigioso juez, al que de pronto dejaron de apretarle los cuellos de las camisas gordas de ministro, y nos entretuvimos con la crispación en el Congreso de los Diputados con esa ministra que es toda una pesadilla .

Irene Montero estaba literalmente cazada en una de las mayores chapuzas legislativas. La ministra de la frivolidad estaba en su momento más bajo al permitir la salida de violadores de la cárcel con la supuesta ley estrella de su departamento. Hasta Manuela Carmena, nada sospechosa de formar parte de ninguna caverna, ha dado en la diana: la ley no se rectifica por “soberbia infantil”. En realidad a un partido como Podemos, de casada Unidas Podemos, le encaja más la soberbia... adolescente. Pues la ministra estaba en la lona por graves deméritos propios cuando una diputada de Vox metió la pata y le dio vida. Y siguió la alta velocidad de esta política de baja estofa cuando el Gobierno se enredó con la vergonzosa reforma exprés (por la gatera de la enmienda) del Código Penal para beneficiar a los camaradas de sus aliados parlamentarios que fueron condenados por el procés. Nos comimos hasta los polvorones de limón entre goles del Mundial. Empezaron a salir de la cárcel violadores que se contabilizan como cuentas del rosario. Uno, dos, tres... Otro más... Y otro. Pero nadie dimite en el ministerio de las pijas a cargo del presupuesto del Estado. Dimitir en estos tiempos queda para un gigante como Benedicto XVI o para la primera ministra de Nueva Zelanda, que ha dado una lección de humanidad al explicar que se ha quedado sin energías.

Estábamos contando violadores en la calle cuando estalló el conflicto político (no legal porque no hay nada) de Castilla y León. Y se olvida lo anterior. ¡Y eso que justo ahora el CISda por primera vez la victoria al PP en intención de voto! Ojo con Pedro Sánchez que tiene baraka. Como Franco. ¿Marlaska? Sigue de ministro.

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