Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
Los terrenos donde hoy se encuentra ubicada la plaza sevillana del Cristo de Burgos pertenecían a la collación de San Pedro en la Baja Edad Media, alrededor de cuya iglesia se desarrolló un variopinto caserío con la presencia de mudéjares en la zona del adarvejo o morería hasta comienzos del siglo XVI. La actual plazuela surge en la segunda mitad del siglo decimonónico tras el derribo de la primitiva Real Fábrica de Tabacos –ubicada en el lugar desde el XVII– y gran parte del convento de Trinitarios Descalzos, del cual persiste su evocadora torre-campanario. Balbino Marrón diseñaría un paseo de salón que ha llegado hasta nuestros días a grandes rasgos, resistiendo los embates de las inanimadas plataformas únicas que invaden calles y plazas del centro histórico.
Un acontecimiento trascendente acaecido en 1599 en el entorno de esta plazoleta fue el nacimiento de Diego Velázquez, excelso pintor de cámara de Felipe IV. Probablemente, ocurriera en el actual número cuatro de la antigua calle de la Gorgoja –hoy Padre Luis Llop–, donde la tradición oral fija su residencia, en la ciudad más populosa y cosmopolita de la España de su época; se conservan la pila donde fue bautizado y una placa conmemorativa de tan venturoso suceso en la iglesia de San Pedro. Con sólo 10 años entra en el taller de Francisco de Herrera el Viejo y meses después en el de Francisco Pacheco, su futuro suegro, en el cual viviría antes de casarse y marchar definitivamente a Madrid siendo veinteañero. En siglos posteriores, la considerada como casa natal sería corral de vecinos hasta su reforma en 1973, estando sometida en la actualidad a un proceso de reconversión en Centro de Interpretación de la vida y obra del autor de Las Hilanderas a través de una iniciativa privada, ante la ausencia de una deseada intervención pública.
“Sí hay constancia de que nació en esa calle y ésa es la única casa que allí queda anterior al nacimiento de Velázquez. Si no fue exactamente la casa donde nació, fue en una cercana... Se debe tener ese inmueble como casa natal del pintor y lo ideal sería convertirla en un lugar en el que se recordara a Velázquez...” (Rafael Manzano, arquitecto).
La vegetación existente en la plaza es densa y llamativa, pues posee cuatro imponentes higueras australianas –Ficus macrophylla–, magníficos especímenes traídos desde el Parque de María Luisa alrededor de 1925, semejantes a otros majestuosos que se pueden contemplar en la Plaza del Museo, Jardines de Murillo e iglesia de San Jacinto en Triana. Los ficus se encuentran acompañados por añejos plátanos de sombra, naranjos y cuatro árboles de Júpiter en deficiente estado, así como bellas aves del paraíso arbustivas en los parterres delimitados por setos de arrayanes. El pavimento combina un conjunto de ladrillos de barro cocido con trazas de cerámica, muy del gusto sevillano.
El enclave exhala un halo mágico con su atrayente plaza-salón, la torre de San Pedro –la eclesial más alta de Sevilla tras la Giralda–, el exótico campanario de los Descalzos, las impresionantes raíces aéreas y tabulares de los ficus que se agarran con fe a la tierra y los rescoldos etéreos de los años infantiles del pintor, que quedaron aquí impregnados para la eternidad...
“Vuela, oh joven valiente, en la ventura/ de tu raro principio; la privanza/ honra la posesión, no la esperanza/ del lugar que alcanzaste en la pintura./.../ Al calor de este sol templa tu vuelo/ y verás cuánto extiende tu memoria/ la fama, por tu ingenio y tus pinceles./ Que el planeta benigno a tanto cielo/ tu nombre ilustrará con nueva gloria,/ pues es más que Alejandro, y tú su Apeles” (Francisco Pacheco).
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