Las dos orillas

josé Joaquín / león

¿Quién se cargó a Rubalcaba?

AL final de sus días políticos le llueven los elogios a Alfredo Pérez Rubalcaba. Sobre todo a partir de la abdicación del Rey, cuando ha demostrado sentido de Estado, lealtad institucional, visión de futuro y compromiso con el pasado democrático. En resumen, tener los fundamentos encima de la mesa. Y defender las posiciones que debe mantener el PSOE, partido que ha gobernado en España durante 21 años con un Rey constitucional. Eso es coherencia con su propia historia. La bandera tricolor tiene un tufo a naftalina que da miedo, igual que el pajarraco. Aparte de que Cayo Lara (el de IU) y Pablo Iglesias II (el de Podemos) son como una máquina de hacer monárquicos. Están para concederles el Toisón de Oro. Felipe VI cada día tiene más apoyos, según las encuestas.

La realidad es que el peor enemigo de Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido él mismo, por quedarse y ser visto como el heredero de la ruina de Zapatero, en cuyo Gobierno fue vicepresidente. Y así se olvidó que fue ministro con Felipe. Tampoco le ha beneficiado en nada permitir la campaña que protagonizó Elena Valenciano, distorsionando la temática en juego, y situando a su partido en la onda del feminismo más histérico. Mientras la vida pasaba por otra parte y les arañaban miles de votos.

Casi todos iban contra Alfredo, desde fuera y desde dentro. A la larga se ha visto que el combate natural entre el PSOE y el PP ha dejado tocados a los dos. Han sido como esos boxeadores que se quedan sonados, porque se han repartido un diluvio de trompazos, sin mirar, y los dos salen del ring bastante groguis. El mayor enemigo del bipartidismo también ha sido el bipartidismo, puesto que el PP y el PSOE se han dedicado a zurrarse sólo entre ellos. Y así nadie le dio importancia a Podemos. Y después de la sorpresa, le han dado más de la cuenta, pues no hay que menospreciarlos, pero tampoco han ganado, sino que han conseguido un tercio de los escaños del peor PSOE desde la Transición.

Podemos decir que Alfredo Pérez Rubalcaba es una víctima ilustre de la ceguera política, y que él se dejó guiar por encuestas equivocadas y por criterios extraviados. Puede ser también que Rubalcaba, como político, sea un imposible en estos tiempos. Aunque otros piensan que lo imposible puede ser el PSOE (como le ha pasado a otros partidos socialistas europeos casi finiquitados), si caen en la tentación de irse al monte, en vez de recomponerse.

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