Juan Ruesga Navarro

El centro y sus barrios

Fragmentos

08 de junio 2015 - 01:00

HACE cuatro años, con motivo de la constitución de la corporación municipal escribí un artículo parecido a éste. Ahora, en vísperas de la nueva corporación, sea cual sea su signo político, vuelvo a reflexionar sobre un tema que me preocupa y mucho: el centro de Sevilla. El centro de Sevilla, ese trozo de ciudad que rodeaban las antiguas murallas y ahora avenidas y calles, fue durante siglos toda la ciudad. La monumental, la comercial, la representativa y donde se vivía. Más Triana y San Bernardo, claro. A lo largo del siglo pasado, la ciudad creció: con ensanches, barrios y barriadas. Hasta llegar a definir una nueva ciudad, que es la que habitamos ahora, en la que hay múltiples centros de atracción y relación. Es la ciudad de los centros comerciales en los barrios, como Nervión, y los grandes hipermercados, al pie de la SE-30 o en la cornisa del Aljarafe. Sevilla es más grande, más poblada, más compleja. Hay ya muchas Sevillas. El centro ya no es toda la ciudad, pero aún tiene un importante papel simbólico, representativo y monumental, comercial y turístico.

¿Qué es el centro de Sevilla? Desde luego mucho más que un destino turístico o un lugar de ocio, o el respaldo de imagen para una marca. Para muchos sevillanos, entre los que me encuentro, el centro de Sevilla es un lugar donde vivimos y trabajamos. Donde saludamos a los vecinos por la calle y conocemos el nombre del señor de los periódicos, del propietario del bar, de la frutería, de la panadería y ellos conocen nuestro nombre y el de nuestros hijos. Donde mi mujer, nuestros hijos y yo mismo fuimos al colegio, escogiendo una vida de ciudad en todos los terrenos, abandonando cualquier tentación suburbana, incluso con la promesa higienista de más árboles, zonas verdes y aulas soleadas. A lo largo de los años he vivido o trabajado en el barrio de San Marcos, en el de Santa Catalina, en San Luis, en la calle Feria, en la calle Imagen, en la plaza de Argüelles, en la calle San Vicente, en la plaza del Pan, en las Mercedarias, en la Judería y en la calle Pureza. Conozco el centro, sus calles y sus nombres desde adolescente, en un tiempo que parece remoto, en que un grupo de compañeros pasábamos las mañanas de domingo paseando al azar por San Lorenzo, la Macarena, o la Puerta Osario.

Y ahora, ¿cuál es la prioridad? Lo que me parece más importante es que sea un buen lugar para vivir. Con equipamientos y servicios. Guarderías y colegios. Espacios libres y áreas de juego para niños. Con mercados. Que el centro esté bien comunicado, pero no sólo para entrar, también para salir. Lo que quiero para los barrios del centro es lo mismo que quiero para el resto de los barrios de la ciudad. Bibliotecas, centros cívicos, centros de asistencia social, ambulatorios. Zonas verdes. Limpieza, buena recogida de basuras. Presencia de la Policía Municipal. Que se cumplan las ordenanzas vigentes de horarios, ruidos, etcétera. Que los barrios del centro acojan familias jóvenes, con niños, además de las personas que llevamos toda una vida aquí. Un buen sitio para vivir, como siempre ha sido, al menos para mí.

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