Antonio Zoido Naranjo

De clichés y anacronismos

No existe la despoblación de andalusíes después de que Sevilla pasara a engrosar Castilla

02 de octubre 2019 - 02:31

Pocos años después de que Fernando III entrara en Sevilla -por cierto, acompañado de Alhamar de Arjona, rey de Granada- Abulbaka el Rondeño escribía su Elegía por la pérdida Al ándalus. Dirigía (no sabemos si real o poéticamente) su lamento a los creyentes musulmanes con tono parecido al usado por el papa Urbano II llamando a los cristianos a la I Cruzada, pero dos siglos después este grito no tuvo éxito: era ya, en la Península Ibérica, un anacronismo, un simple argumento, como el que Torcuato Tasso usara en su Jerusalem libertada. La Elegía pasó a ser un hermoso poema puesto por el egabrense Juan Valera, hace más de un siglo y medio, en versos de pie quebrado, los mismos con los que Jorge Manrique compuso las Coplas por la muerte del Maestre de Santiago, su padre. Valera, como hombre de su tiempo, además de escribir buenas novelas, se sumergía así en los territorios del arabismo, tan de moda en la corriente que hacía de España el cliché de un Oriente europeo. A nadie se le ocurrió pensar que algo parecido al Paraíso perdido, de John Milton, estuviera amartillando "un arma cargada de nefasto futuro". A nadie hasta que, hace unas semanas, el rey de Marruecos se dejó fotografiar con una camiseta en la que estaban impresos aquellos versos.

Puede que Mohamed VI se pusiera la prenda guiado por su amistad con el diseñador o con el mismo ánimo poético de Juan Valera, pero aquí los medios de comunicación y las redes sociales se colmataron de comentarios sobre la aspiración "árabe" a la "requeteconquista", en un claro ejemplo de la persistencia de clichés y anacronismos sin tomarse la molestia de leer la poesía porque, en verdad, la Elegía, como documento de aquel tiempo (que también lo es) ofrece una versión de los sucesos muy distinta de la que se da tanto en España como en los países del "mundo árabe" si se leen con atención los versos. Los cito tal como aparecieron en este periódico:

"... el islam desapareció de numerosos países y comarcas./ ¿Dónde está Córdoba que fue la ciudad de las ciencias?/ Y ¿dónde Sevilla y todos sus paseos?/ He ahí la fuente blanca que llora de pena/... / de ver un país en el que islam ya no tiene presencia, que ha desertado del islam,/ un pueblo que hizo apostasía.../... Ayer todavía eran ellos los dueños/ hoy están agachados en una tierra de herejes..."

La Elegía, que no es sino un paradigma de la nostalgia, también revela algo muy importante: que no existe la total y mítica despoblación de andalusíes después de que Sevilla, Badajoz, Jerez, Cádiz, Niebla..., pasaran a engrosar las tierras de la corona de Castilla. Eso "se coló" posteriormente en un relato con el que los habitantes de esos territorios se limpiaban la sangre. Según el de Abulbaka, nosotros seríamos descendientes de los "agachados en tierra de herejes" y eso lleva a dos conclusiones: una, que quienes reclaman que Andalucía vuelva al islam se quedan sin velas en aquel entierro; dos, que debemos aceptar ser habitantes de una Historia con el pie quebrado. Uno de los versos más hermosos de nuestra lírica, por cierto.

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