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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La concordia tras un conflicto en un bar

La portavoz de Vox desbarra otra vez al desinflarse el supuesto altercado entre Cabrera y un hostelero

Juan Carlos Cabrera.

Juan Carlos Cabrera.

En una España con los juzgados saturados, con índices de litigiosidad elevados, con abogados marcados por la tiesura económica dispuestos a llevar a los clientes a un pleito con tal de recoger provisiones de fondos y de que haya juicios para facturar más, hay que agradecer siempre que haya letrados que apuesten por la concordia en lugar de por el enfrentamiento. Es lo que ha ocurrido con el conflicto sucedido el día de Reyes en un restaurante de Los Remedios, motivado por la discusión entre el responsable del bar y un cliente llamado Juan Carlos Cabrera, delegado de Gobernación. La portavoz de Vox en el Ayuntamiento, la eternamente bisoña Cristina Peláez, ha calificado de "mafiosa" la reunión en la que ambas partes sellaron la paz. Peláez se equivoca grave e irresponsablemente. Es una lástima.

El encuentro no tiene nada de mafioso ni de bolivariano. La edil se extralimita descaradamente con el empleo de los términos. Desbarra, disparata, descarrila. La reunión tampoco tuvo nada de clandestina. Fue promovida por un abogado de una enorme dimensión pública, como es Joaquín Moeckel. Varios periodistas estábamos al tanto y hasta pedimos fotografía del encuentro, pero los participantes prefirieron la discreción y, eso sí, ofrecer una versión en la que lo más importante era que el concejal en ningún caso insultó al hostelero. Quedaban descartados los descalificativos xenófobos y racistas, que hubieran sido inadmisibles en un representante público. Pero no los hubo, como confirmó el empresario. El caso se desinfló, lo que ha llevado a la portavoz municipal de Vox a la enésima sobreactuación irrisoria, al endurecimiento forzado del discurso, a una pataleta con fines mediáticos para eclipsar la pérdida de fuelle. Por supuesto, el PP y Vox hacen bien en preguntar por la presencia de la Policía Local, por la fiscalización del uso de los recursos públicos y todo lo que estimen oportuno. Es su labor y para eso pagamos a sus concejales.

Pero no se engañen. Y sean serios. Ni Cabrera ni nadie le puede quitar el negocio al empresario por mucho que sea una concesión administrativa. La Justicia ofrece un repertorio de garantías y medidas cautelares, como ocurre en negocios del Parque de María Luisa. El propio Cabrera se hubiera metido en un charco judicial poco recomendable y nada acorde con su temple y corrección. Así que ojalá haya más abogados que apuesten por el entendimiento. Cada día hacen falta más en una sociedad crispada. Y necesitamos políticos con criterio y mesura. La tila Alpina es muy recomendable, de venta en farmacias. Muy conveniente, por cierto, tomarla antes de escribir en las redes sociales tras la lectura de este artículo.

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