El cuento de nunca acabar

A Sevilla le cuentan una y otra vez las mismas historias sin final y parece incluso que se las cree

06 de diciembre 2020 - 02:32

No creo que, como mantiene por ahí más de un maledicente, Sevilla viva del cuento, aunque cierta impostura sí está grabada a fuego en su ADN. Lo que cualquier conocedor, siquiera superficial, de la historia reciente de la ciudad no podría negar es que a Sevilla le gustan los cuentos y tiene una tendencia infantiloide a creérselos. Y sin son cuentos de nunca acabar, todavía mejor. Puede llevarse décadas dándole vueltas y más vueltas a las mismas norias esperando una solución que nunca llega. La última, por ahora, es la de la SE-40, un culebrón en el que no hay que ser un lince para adivinar que alguien se está quedando con nosotros. Catorce años para hacer 38 kilómetros de los 77,6 que debería completar la vía, a un ritmo que no llega a los tres kilómetros al año y en el que la perdiz de los túneles bajo el Guadalquivir se ha mareado tanto que lo único que queda claro es que no se van a hacer nunca y que todo lo demás va para muy largo. De los millones que se han enterrado, nunca mejor dicho, en el proyecto mejor hablamos otro día.

Nada que deba de extrañar en la ciudad de los cuentos sin final. Por no irnos demasiado lejos en la historia todavía hay muchos sevillanos que recuerdan el fiasco del canal Sevilla-Bonaza, destinado a colocar nuestro Puerto como una palanca de desarrollo de todo el sur de la Península y de cuyos avatares habla, por cierto, el libro de memorias del gobernador falangista José Utrera Molina que la Universidad acaba de editar. Pero los hay mucho más recientes que asoman de vez en cuando la cabeza para volver a sumergirse al poco tiempo y así hasta la próxima. Hablamos, sin ánimo de ser exhaustivos pero para que se hagan una idea, de las Atarazanas, la Fábrica de Artillería, Altadis, la conexión ferroviaria entre Santa Justa y el Aeropuerto, la ampliación del tranvía hasta la estación, la del Museo de Bellas Artes abandonado en los Presupuestos año tras año, la rehabilitación del Arqueológico… Seguro que se nos quedan bastantes en el tintero y no menores, pero esta lista puede servir para que se hagan una idea de cuántos cuentos se le han contado a Sevilla y la ciudad se los ha creído. No sólo la primera vez, que tendría un pase, sino las sucesivas que no han sido en ninguno de los casos citados ni una ni dos.

Y así seguiremos. Con cuentos que nos inventamos en la propia Sevilla y con otros que viene de fuera. Pero con un denominador común: nunca acaban. A no ser, claro, que venga una Expo como las del 29 y el 92 . Quizás sea ya tiempo de ir pidiendo otra. Aunque corremos el riesgo de que también se convierta en un cuento de nunca acabar.

stats