Carlos / Colón

El daño está hecho

La ciudad y los días

07 de septiembre 2016 - 01:00

RAJOY, Guindos y los pesos pesados del PP defienden la legalidad administrativa del nombramiento de Soria. ¿No se enteran? ¿No se quieren enterar? ¿Se enteran y les da igual? A estas alturas deberían tener claro que la legalidad es una cosa y la responsabilidad política y ética, otra. Que se puede no vulnerar las leyes, pero sí los límites ética y estéticamente tolerables. Que se puede ser inocente, pero quedar manchado por actuaciones difícilmente aceptables en un político. Con el precario apoyo de Ciudadanos, cuyas más fuertes presiones tienen que ver con la lucha contra la corrupción, tras perder por segunda vez el debate de investidura y con las dos perspectivas no deseables de la amenaza de un gobierno social-podemita-independentista de Sanchezstein o de ir a unas terceras elecciones, Rajoy debía haberse pensado más la propuesta del señor Soria.

Como demostración práctica de lo que ayer aquí escribía -que los partidos son inmensas oficinas de empleo para mediocres que, al carecer de vida profesional, dependen de sus empleadores a los que se someten servilmente-, casi todos los prebostes del PP han cerrado filas (en público) en el asunto Soria. Solo Feijóo dijo que la propuesta "no es fácil de explicar y no es fácil de entender". Después salieron Aguirre, siempre dispuesta al fuego amigo, Cifuentes, aclarando que lo hacía "personalmente y no como presidenta de la Comunidad", y Juanma Moreno, reprochando a Soria pedirlo pero no a Guindos y Rajoy concederlo. Los demás prebostes populares, a aplaudir en público y largar en privado; como hacen los del PSOE con Sánchez. Ya se sabe lo que le pasa al que se mueve.

Es lógico que Feijóo fuera el más duro: se la juega el día 25 en las elecciones gallegas. Y según los más sesudos analistas lo que se dirime en Galicia, aún en mayor medida que en el País Vasco ese mismo día, es mucho más que la Xunta; porque, en función de cómo queden el PSOE y las mareas, Sánchez puede verse forzado a abstenerse para que Rajoy gobierne con Ciudadanos o animarse a intentar montar el Gobierno Sanchezstein que mal cosería a socialistas con podemitas (más sucursales) y separatistas; e incluso a lanzarse a unas terceras elecciones.

Por la tarde Soria anunció la renuncia a lo que nunca debió pedir y nunca se le debió conceder. Pero el daño ya estaba hecho y el empujoncito al errático Sánchez, dado.

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