Carlos Colón

La danza de la basura

la ciudad y los días

06 de julio 2012 - 01:00

LA misma mañana en la que ojeo un libro basura dedicado a desvelar secretos más o menos escandalosos de grandes escritores, leo (con escepticismo) lo del tipo presuntamente basura que pretendía publicitar su libro haciendo creer que dos aviones chocaban sobre Sevilla. Para ello tenía la intención de hacer explotar dos artefactos en el río al tiempo que, a través de ese vertedero de basura que tantas veces son las redes sociales, difundiría mensajes de alarma sobre la existencia de dos aviones caza volando bajo sobre la Cartuja y el Alamillo. Tras las explosiones lo confirmaría en un falso perfil del Ayuntamiento en Twitter.

Se habla y escribe mucho sobre la telebasura que cada día y cada noche vomitan las pantallas de televisión. Injustamente casi siempre, porque se carga contra los programas del corazón y contra una cadena cuando hay programas iguales o peores en casi todas las cadenas. La cultura basura no es un invento televisivo que emponzoñe la sociedad, sino un mal social que ha contaminado a la televisión. El libro al que antes me refería -el que sienta a los escritores en las sillas de los invitados a los programas de telebasura- es más asqueroso en su diseño y su contenido que el peor programa del corazón. Porque importa la lógica de la cultura basura a un ámbito que en principio debía ser activa y militantemente resistente a ella.

La gilipollez del tipo que pretende emular la famosa emisión radiofónica de La guerra de los mundos -suma de los talentos de Wells y Welles- simulando un choque de aviones para publicitar su libro, se corresponde a esa estrategia, tan propia de cierta cultura que se tiene por moderna, que pretende vender como novedad la repetición de un viejo hallazgo. Así hay quien sigue considerándose de vanguardia, vendido como producto de la vanguardia, expuesto y comprado -muchas veces con dinero público- como representante de la vanguardia, cuando en realidad lo que hace es imitar torpemente gestos que fueron creativos y valientes… ¡hace un siglo! O hay quien imita, con medios y fines muy distintos, lo hecho por Welles en 1938.

Películas o exposiciones, libros o televisión, creación artística o marketing, cuestiones trascendentes o intrascendentes, información o espectáculo, exhibición de las vidas privadas de los frikis, las folclóricas o los escritores… Todo es igualado por la danza de la basura como en la Edad Media lo era por la danza de la muerte. Life is a cabaret, come to the cabaret cantaba Liza Minelli en el musical de Kander y Fosse. Lo mismo podría cantarse hoy, cambiando cabaret por basura y pasando del fascismo histórico al consumista.

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