Tomás García Rodríguez

La decadencia de la civilización occidental

Las herramientas del hombre moderno para afrontar la vida son las mismas de siempre

23 de enero 2021 - 02:31

Alo largo de milenios, la Humanidad ha acumulado un acervo cultural y científico que ha conducido finalmente al Homo sapiens a un afán desmesurado de poseer y de transformarlo todo, hasta el medio ambiente, olvidando lo primordial: el respeto a sus raíces y a la naturaleza. Las ciudades modernas intentan aislarse del entorno natural menospreciando hasta la respiración, el intercambio más preciado que mantiene el ser humano en la biosfera y la base de su existencia, pretendiendo vivir en una imaginaria burbuja aséptica, mientras en el aparato digestivo, la piel, los ojos o en las fosas nasales se convive con millones de seres microscópicos. En contraposición, el hombre biológico actual mantiene unas emociones básicas y una capacidad intelectual muy semejantes a las de los homínidos del paleolítico superior, lo cual le origina un conflicto en nuestra sofisticada sociedad tecnológica, que se encuentra en un nivel distinto al de sus impulsos primitivos. "El aspecto más triste de la vida en este preciso momento es que la ciencia reúne el conocimiento más rápido de lo que la sociedad reúne la sabiduría" (Isaac Asimov).

Nuestros antepasados conocían y apreciaban los ciclos naturales, veneraban la tierra que trabajaban con sus manos y aguardaban ilusionados las lluvias y las nieves que mejoraran sus campos y aseguraran sus reservas de agua. Hoy sólo se habla de catástrofes y cualquier cambio natural conlleva un sobresalto, una preocupación constante. Los invisibles párrafos impresos en el dogma de fe del Estado de Bienestar son predicados ardientemente desde renovados púlpitos, y se grita sin cesar ¡alerta! por agua, nieve, viento, por un virus más, por vivir plenamente... Se guía a las personas hacia la incertidumbre y la infelicidad en un ambiente enrarecido y nocivo, donde ancianos, pobres y marginados sobreviven a duras penas en un mar de incomprensión, paro y rechazo. La credulidad inconsciente reclama la llegada de cualquier remedio inmediato, esté o no esté bien investigado, sea o no sea seguro, pues se induce la obsesión de luchar contra los embates de la "maligna" naturaleza.

Las herramientas que posee el hombre moderno para afrontar dignamente la vida, con sus horas felices y sus horas tristes, son las mismas de siempre aunque adaptadas a los nuevos tiempos: el equilibrio físico y emocional; la razón y el conocimiento, que alejan el temor, la sumisión y la superstición; la educación en valores universales; la ética en la investigación científica y el progreso tecnológico; la solidaridad con los ancianos y necesitados; el respeto a la naturaleza; la ilusión, la alegría, la paciencia...

"Que fiel logre mi verso retratarte/ consiénteme, paciencia y la ilusión inmortal Naturaleza,/ tú que de la verdad y la belleza/ eres madre en la ciencia y en el arte./ Por poco que el mortal de ti se aparte,/ en su profunda ceguedad tropieza;/ mas, nunca escarmentada su flaqueza,/ no cesa en todo tiempo de dejarte."(Clemente Althaus).

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