Me sube la bilirrubina ¡ay!, me sube la bilirrubina cuando te miro y no me miras, ¡ay! cuando te miro y no me miras , y no lo quita la aspirina, ¡no! ni un suero con penicilina , es un amor que contamina, ¡ay! me sube la bilirrubina". En los albores de la década de los 90 nuevos ritmos aparecían en los horizontes musicales. Lo latino estaba de moda y, en plena efervescencia de la salsa, el cantautor y productor dominicano Juan Luis Guerra dio el do de pecho en términos comerciales con su álbum Bachata rosa, que incluía la pegadiza La bilirrubina, convertida desde entonces en el himno de los que gustan de mover sus caderas practicando complicados pasos de salsa en la pista de baile.

Creador de la denominada bachata dominicana, otros hablan de un estilo basado en los conceptos básicos de bachata mezclada con bolero y añadiéndole así más melodía a algunas de sus canciones. Sea como fuere, este icono de la música latina (que si bien desde que hizo su incursión en la llamada música cristiana ha logrado reducir drásticamente su club de adeptos), ha vendido en toda su carrera más de 20 millones de discos en todo el mundo y exhibe en las vitrinas de 'sus casas innumerables premios, entre ellos 15 grammys. Su excentricismo, desde luego, lo han hecho fraguarse una trayectoria de lo más rara completamente alejada, a ser posible para él, del ámbito comercial en el que triunfó en los 90.

Aunque su intención era pasar de puntillas, introdujo en nuestro vocabulario una nueva palabra, desconocida hasta entonces salvo en la esfera médica. Por bilirrubina se entiende la sustancia que se forma cuando los glóbulos rojos se descomponen; forma parte de la bilis, que se produce en el hígado y se almacena en la vesícula biliar. Su acumulación anormal causa ictericia, que es una coloración amarillenta de la piel. Pero, vamos, nada que ver con el asunto amoroso. Que sepamos.

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