Luis Carlos Peris

La deriva cuesta abajo de Reyes

Desde mi córner

Quizá el entorno más cercano haya influido decisivamente en un camino tan escandalosamente descendente

10 de agosto 2008 - 01:00

TREMENDA la deriva que ha tomado la carrera de Reyes y puedo declarar y declaro que me ha sorprendido una barbaridad por mucho que supiese de las dificultades de su entorno más cercano. Cuando deslumbraba en aquel Sevilla de Joaquín Caparrós sin nada que ver con el actual. Un Sevilla inmerso en auténtica economía de guerra y que había conformado un equipo de gente aguerrida que iba a la voz de Pablo Alfaro en primer lugar, de Javi Navarro en segundo y, por encima de todas, la tronante de Joaquín Caparrós de lunes a domingo, día a día, golpe a golpe, que, no se olvide, el domingo se juega como se entrenó el jueves.

Y ahí, la gran esperanza blanca era José Antonio Reyes, el futbolista joven más desequilibrante del fútbol español, el de aquella exhibición una tarde de Montjuïc o en aquel excepcional primer tiempo del Camp Nou en que llevaba a Puyol de costero a costero sin saber dónde iba a terminar. Y se fue a Londres y en vez de irse él solito y de, como Cesç Fábregas, meterse en casita a aprender inglés, pues no. El chaval no podía desarraigarse y se llevó a la familia, que es muy peculiar, y en vez de estudiar inglés le pegaba una paliza a la play o se iba a ver coches para comprarse el último Ferrari, ese bólido que, como el submarino de la canción, era amarillo.

Se le caía Londres encima porque primero se le había caído a la madre. Al padre, no; al padre le daba todo igual y José Antonio fue bajando de nivel hasta el punto de que su gran valedor, Arsène Wenger, lo dio por perdido. Se cruzó en el camino de Londres a Madrid con otro ex sevillista que, como él, había contribuido decisivamente a que se dejase la economía de guerra por Nervión. En el Madrid pudo haberse rehecho, pero ni siquiera la consecución del gol que le daba la Liga fue suficiente para retenerlo. Se fue al Atleti en una operación torpe, pues en el Calderón no olvidaban viejas pendencias. Ahora se ha tenido que ir a Lisboa, al Benfica, ¿se rehabilitará su figura?

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