Más formación contra la crisis

EL Ministerio de Educación ofreció ayer un informe estadístico que confirma que muchos de los jóvenes españoles que están en situación de desempleo -más de la mitad, una cifra que es insoportable en una sociedad económicamente desarrollada- están optando por dos caminos: o el exilio laboral (en caso de que las condiciones económicas se lo permitan) o la vuelta a las aulas. Ambas opciones no son antagónicas: muchos jóvenes precisamente están intentando salir fuera para mejorar o ampliar su formación con cursos de posgrado. Esta tendencia, facilitada tras la reforma universitaria del Plan Bolonia, se debe esencialmente a la falta de perspectivas laborales inmediatas. Los jóvenes han decidido prolongar su periplo académico (fuera o en el país) porque piensan que con un mayor nivel de formación tendrán más opciones para encontrar un empleo cualificado cuando la grave situación económica remonte. Prueba de ello es el notable incremento que se ha producido en las matriculaciones en los másteres y estudios de ámbito superior. Desde el inicio de la crisis -2007- , los inscritos en estas enseñanzas académicas se han septuplicado, pasado de 16.636 hasta los actuales 112.061 matriculados. A pesar de que la causa de esta evolución al alza sea el gris horizonte laboral que se ofrece a la juventud, hay que sacar lecturas positivas de la situación: los españoles son cada vez más conscientes de la necesidad de mejorar su formación, sobre todo teniendo en cuenta que, tras las últimas medidas adoptadas por el Gobierno, cursar estos posgrados sale mucho más caro. Cuestión distinta es si, en el océano de másteres ofrecidos por las universidades, la formación que van a adquirir o los estudios que ampliarán estos estudiantes por obligación se adaptan realmente a las necesidades del mercado laboral (externo e interno) y contribuirán a impulsar nuevos proyectos empresariales. La voluntad de no dejar de aprender está viva en nuestra sociedad. Pero hace falta que la oferta docente también funcione.