Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Bárbara, el Rey, Jekyll y Hyde
ALFONSO Rodríguez Gómez de Celis –alias Celis, a secas– demostró ayer, una vez más, que está dispuesto a ser uno de los más entusiastas ejecutores de los trabajos sucios del PSOE, al estilo de Óscar Puente pero con menos rango profesional. Celis, que en el Partido Socialista tiene el cargo orgánico de secretario del Área Institucional y Grandes Ciudades –es decir, una recompensa por ser un camisa vieja del sanchismo– salió ayer a la arena para, aprovechando el 20 aniversario del 11 de Marzo, arremeter contra el PP y el Gobierno de Aznar con la clarísima intención de rentabilizar políticamente el luto nacional. “El PSOE le pide al PP que pida perdón a todos los ciudadanos por anteponer sus intereses partidarios. Todas las familias de las víctimas lo están esperando”, dijo el prócer sevillano. No se puede caer más bajo.
Lo que ocurrió el 11-M ya se sabe en líneas generales. El Gobierno de Aznar no actuó honorablemente. Mintió, dijo medias verdades y ocultó información importante a los ciudadanos y a la comunidad internacional. Fueron días de confusión, torpezas y bellaquerías gubernamentales. Sin duda lo hizo por interés electoral, pero lo pagó en las urnas y con el descrédito de un Aznar que todavía hoy no ha conseguido remontar en la estima de los españoles.
El PSOE tampoco jugó un papel muy digno en aquellos días. En el momento que olió la mínima posibilidad de que los autores fuesen terroristas islámicos jugó a fondo sus cartas más mezquinas para ganar las elecciones generales del 14-M. Principalmente insinuando que los culpables de los atentados no eran los terroristas, sino un Gobierno democrático que había marcado una política exterior completamente legítima. Culminaba así una campaña de crispación ciudadana contra la participación de España en la ocupación de Irak que hizo comprender al yihadismo que éramos una sociedad dividida y fácilmente influenciable con un atentado. Todo el mundo sabe que el PSOE se volcó en una campaña vía sms para alentar las protestas ilegales frente a las sedes del PP, incluso cuando ya estábamos en la jornada de reflexión. No es para presumir. Muy probablemente, el descrédito que hoy padece la clase política española empezó en aquellas dolorosas jornadas. Nadie estuvo a la altura.
Que un político como Celis, en nombre de un partido que ha pactado con los herederos de los terroristas de ETA y que miente continuamente a sus ciudadanos, salga a la palestra un día de luto nacional para hacer política de la más baja estofa y exigir, 20 años después, explicaciones al PP y acusarlo de “infame” y “mentiroso” requiere una respuesta becqueriana: infamia, señor Celis, fue su actuación de ayer.
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