
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El del teleférico de Tomares critica la venta de humo
Cada sistema electoral lleva dentro intereses muy particulares. En España pesan tanto las hectáreas –la provincia como circunscripción– sobre las personas porque a la UCD le convenía sobrerrepresentar a las conservadoras Castillas. El debate que se ha producido dentro del PP sobre la elección de su presidente obedece a la pugna para el futuro entre los liderazgos de Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno. Se supone que un sistema de primarias abiertas beneficiaría a la presidenta de Madrid porque las bases populares, como las socialistas, son más partidarias de los chupitos de vodka que de los batiditos de vainilla. Es una suposición, claro, porque lo que los militantes eligieron la única vez que han podido hacerlo fue a Soraya Sáenz de Santamaría, que era más centrista que miss Albacete y que el aznarista Casado. Juanma era entonces un sorayo, Soraya es hoy juanmista.
Los dos compiten desde hace meses, la madrileña dio la nota, que es lo suyo, en la Conferencia de Presidentes de Barcelona, donde no quiso escuchar el catalán y el euskera, pero sí el gallego y el mallorquín. Le preguntaron a Moreno por los antojos de su compañera y espetó: “Yo no soy ayusólogo”.
El debate del congreso del 4 y 5 de julio de los populares se ha reducido a esta anticipación del qué haremos después de que Feijóo haya sido o presidente del Gobierno o frustrado nuevo líder de la oposición. Más bien parece lo primero, pero en eso ha consistido el debate y no habrá más, Feijóo saldrá otra vez como Morante por la puerta grande sin haber cortado la oreja, pero hasta Pedro Sánchez admite que, una vez ido él, lo que llega es el PP y Vox. Veremos. Con cerca de 160 escaños, que es lo que le vienen dando los sondeos, Feijóo mirará al PNV y a Junts, Abascal es demasiado agreste.
Juanma Moreno ha presentado esta semana el programa ideológico que el PP lleva al congreso en un acto celebrado en el Real Círculo de Labradores –se supone que por las bellas vistas que tiene del río Guadalquivir–, pero en su interior no hay novedades sobre el partido liberal-conservador, lo mismo sirve para acercarse a Vox que al PNV, puro juanmismo. El lío no ha venido por ahí, sino por la ponencia de los estatutos, donde se ha dirimido que los militantes del PP votarán a sus compromisarios y que serán éstos, ya en un congreso, quienes elijan al líder. Es un sistema de primarias indirectas, porque cada lista de compromisarios se debe adherir de modo público a un candidato a la presidencia si hubiese más de uno. Es un sistema que gusta más a Moreno que a Ayuso. Uno a cero.
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