La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Mina es una mina de felicidad en las tabernas de Sevilla
La aldaba
Que hay mucha Sevilla alejada de la Giralda es un hecho indiscutible. Que la inmensa mayoría de los sevillanos residen en el distrito Este, Alcosa y Torreblanca, en el de Cerro-Amate o en el de San Pablo-Santa Justa, también. Y hay más distritos, claro, pero hemos referido tres de los más poblados. Los turistas no acuden a estos barrios, tampoco a conocer la industria aeronáutica, ni la sede de la Agencia Española del Espacio, ni los laboratorios de investigación de la Cartuja. Pero los sevillanos sí están masivamente en todas esas urbanizaciones día a día. Ocurre que muchas veces los problemas que denunciamos en el corazón histórico de la ciudad se padecen exactamente igual en lugares a los que, nunca mejor dicho, no alcanza la sombra del bronce de la Giganta. Aquí de los pocos que tuvieron en cuenta la necesidad de sombra fue el ingeniero José Luis Manzanares, que diseñó el puente del Cachorro. ¡Le puso toldos que agradecemos cada vez que recorremos a pie la pasarela! Se agradecen todo el año. Ahora el alcalde Oseluí anuncia un parque infantil y sombra vegetal en la Plaza de Antinoo de Sevilla Este. "Le daremos vida". Bien dicho, porque está muerta como tantas plazas o espacios duros que están en la larga lista negra del urbanismo moscovita. Dejado claro que no habrá colmenas de pisos en Tablada, bien hace el alcalde en comenzar la cruzada contra los espacios duros con los que se ha sembrado el mapa urbano de una ciudad que debería ser ejemplo de sombra, vegetación, fuentes y albero, que son los factores que rebajan unos grados la temperatura -¿verdad, Enrique Figueroa?- y por tanto hacen verdaderamente habitable una ciudad.
Sevilla Este tiene espacios con tan mala o nula sombra como el centro histórico. Poquito a poco hay que ir suavizando plazas en todos los distritos. Y, sobre todo, hay que impedir que se diseñen espacios públicos sin vida, por usar la misma expresión que el alcalde. Antinoo, además, era el joven griego de elogiadísima belleza que encandiló a Adriano. Menos mal que no le dio tiempo a ver la plaza que le dedicaban en la antigua Híspalis... La propia Gerencia de Urbanismo no puede cometer despropósitos como el perpetrado en tiempos de Zoido en el Paseo del Marqués de Contadero, mamarrachada máxima junto a la Torre del Oro. Los sevillanos del Este tienen derecho a una buena sombra, como los turistas que invaden el centro y nos dejan las perras. O se las dejan a las multinacionales, que tenemos nuestras dudas. Ahora la Gerencia gastará 105.000 euros en revitalizar un lugar inhóspito. Deseamos que sea un éxito y una derrota del otro Moscú sevillano, el del urbanismo que no despide huéspedes (que nos sobran) sino a los mismos sevillanos.
También te puede interesar
Lo último