Dani Rodríguez

En manos de una conspiración

En serie

04 de agosto 2014 - 01:00

LA doctora Ellen Sanders es una prestigiosa cirujana a quien se le ha encomendado la laboriosa tarea de operar al presidente de los Estados Unidos. Un cargo de responsabilidad que se convertirá en su peor pesadilla cuando el agente Ducan del FBI secuestra a su familia y la amenaza y chantajea (a la vez) con matarla si no deja morir al mandatario norteamericano durante la intervención.

Lo moral y lo inmoral cruzan una fina línea para confundirse, despojando del sentido del deber a la ética y sumergiéndonos en un thriller en torno a una conspiración con oscuros secretos.

Rehenes ha sido una de las ficciones mejor publicitadas y vendidas. La serie de la CBS maneja la intriga con sobrada soltura y se apoya en unas interpretaciones que contribuyen a crear una sensación constante de agobio y tensión. Una vez más, y tal como hiciera Homeland, en esta ocasión tampoco hay una frontera clara ni evidente entre quiénes son los malos y los buenos. Una estrategia convincente y en la que solo priman los intereses de cada uno de los personajes, por lo que aumenta aún más la dificultad para identificar y esclarecer las intenciones de los protagonistas.

La primera temporada de Hostage, con quince episodios, debutó en la cadena norteamericana el pasado 2013. Su aceptado éxito convenció a Atresmedia para apostar por el suspense que reporta la serie y desde hace poco se emite en Antena 3.

El elenco es pieza fundamental en Rehenes, sobre todo para implicar al espectador en una historia que sin una correcta interpretación podría acabar en fracaso, ya que los personajes deben transmitir el agobio que sufren y el terror que la situación demanda. El bisturí está en manos de Tony Collette (Noche de miedo, United States of Tara) y, salvo determinados momentos en los que su rostro no tiene una expresividad sugestiva, se mantiene correcta durante los episodios. El antagonista y agente del FBI está interpretado por Dylan McDermott (American Horror Story) y encarna el prototipo de una persona con intenciones oscuras, pero justificadas, que siembra en todo momento la duda sobre su personalidad: infundiendo odio o compasión.

Sin embargo, no todo son alabanzas para una serie que estira un arranque original hasta llevarlo al aburrimiento, pues muchos episodios tienen la nefasta función de rellenar minutos, sin que termine por pasar nada relevante. Posee algunos errores técnicos y varias de las escenas entroncan más con la comedia que con el drama.

Rehenes es una ficción atractiva, con un comienzo adictivo, una tensión asidua y unos personajes complejos con los que el espectador empatiza.

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