Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

La media Sevilla

No comulgar con alguna creencia no puede ser un impedimento para gestionar toda una ciudad

¿Cúantas Sevillas caben en el término municipal de la capital? Reducir como hacen muchos a dos la cifra es demasiado simple. La Sevilla dual se construye a base de tópicos forjados a lo largo de la historia -Triana y la Macarena, el Sevilla y el Betis...- y que se extienden a la propia forma de entender la vida del sevillano, tan orgulloso como crítico, tan autocomplaciente como autoexigente, hasta el punto de creerse el ombligo del mundo y, a la vez, minusvalorarse hasta los extremos. Así es esta ciudad... Suele ser una frase recurrente, pero no por ello cierta.

Sevilla, más que clásica o vanguardista, es una ciudad poliédrica que aglutina muchas y distintas percepciones, creencias, sentimientos y experiencias. Hay sevillanos eternos, sevillanos de adopción y hasta sevillanos metropolitanos. Sevillanos de izquierdas que aman la Semana Santa y hasta sus devociones y sevillanos de derechas que aplauden una oferta cultural transgresora que rompe moldes. Y habría mil y un ejemplos más.

Por eso, presuponer que un alcalde de corte progresista y moderno no va a casar bien con esa Sevilla conservadora y que se aferra a las tradiciones es un error. Más aún afirmar sin fundamento alguno que esa Sevilla es media Sevilla. ¿Cómo sale esa cuenta? Y está fuera de toda lógica pensar que no comulgar con esas creencias puede ser un impedimento para gestionar la ciudad de todos.

Y todo esto viene al hilo del relevo en la Alcaldía de Sevilla. Y de esa guerra inventada (eso da para otro capítulo) entre dos concejales. Qué cierto es eso de que dos no pelean si uno no quiere, también que cada uno se retrata solo... Pero así es la política, con sus hogueras de egos y vanidades.

Dice Juan Espadas que la elección de la persona que le sucederá en la Alcaldía será adoptada "con absoluta objetividad". Y esto se convierte en un gran reconocimiento para Antonio Muñoz, un concejal al que le avala su buena gestión, su seriedad y, al margen de sus errores (que también los hay sin duda), su valentía a la hora de decidir y ejecutar sus políticas.

A pesar de las críticas que amplifican los sectores más rancios de la ciudad y también de los peros que transpiran algunos militantes de su propio partido, el concejal elegido es una persona que facilita el consenso. Tiene trayectoria y supone una línea continuista con la gestión desarrollada por Espadas. Por ello, entre otras cosas, lo ha elegido, para garantizar que su proyecto de ciudad, ése que algunos siguen sin ver, si no culmina, al menos avanza posiciones.

La Sevilla de Espadas es también la Sevilla de Muñoz, con capacidad para proyectarse fuera, en el mundo y con mucho brillo. Porque, lejos de la frivolidad de ese glamour, es la vía para conseguir que la ciudad progrese también dentro. Si esta estrategia, que tan buenos resultados ha dado en materia turística, se exporta con acierto al resto de áreas Sevilla, no media, sino toda, ganará. Y esto es un proyecto que debería estar por encima de los protagonismos.

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