Charo Ramos

Un médico en Castilleja

Azul Klein

Desde la semana pasada el consultorio municipal lleva, por unanimidad, el nombre de Jesús Herraiz

21 de noviembre 2018 - 02:32

Jesús Herraiz fue un médico muy querido, un profesional que siempre entendió la sanidad pública como el poner lo mejor de uno mismo al servicio de los demás. Ningún paciente fue nunca para él un número en una estadística. Se ganó el respeto, que es la antesala del cariño, de numerosas personas que le confiaron su bienestar como médico del SAS o del Proyecto Hombre, por citar sólo algunos de los ámbitos en los que este profesional nacido en Cuenca desarrolló su carrera.

Falleció repentinamente hace un año mientras corría por los senderos de Castilleja de Guzmán, la localidad sevillana que eligió para criar a sus hijos y compartir la vida con su mujer, Silvia Oñate. Allí se había convertido en una figura valorada y apreciada por sus vecinos, una persona cuya opinión siempre se tenía en cuenta.

La semana pasada se le dedicó un merecido homenaje y desde entonces el consultorio de Castilleja de Guzmán lleva su nombre. El alcalde, Tasio Oliver, explicó que todos los grupos municipales habían suscrito por unanimidad "la necesidad de reconocer la labor y la calidad humana de este comprometido vecino de una forma que, aunque sencilla, está llena de una enorme simbología y emotividad".

En estos tiempos en los que nadie parece ponerse de acuerdo, donde los pactos entre partidarios de distintas siglas se antojan quimeras, ya se trate de aprobar unos presupuestos o de cambiar el nomenclátor, un acuerdo como éste nos conforta especialmente a quienes queremos a esta familia y apreciamos el compromiso de Jesús con la defensa de una sanidad pública de calidad.

Cuando Silvia, antigua concejal de la corporación municipal, se encargó de descubrir la placa y pronunciar un enternecedor discurso, había numerosas personas congregadas. En la hora del crepúsculo, entre el recogimiento y la emoción, personas de oficios y biografías muy diferentes rendían tributo a un hombre ejemplar.

Vecinos como Jesús Herraiz consiguen, de manera callada, crear un vínculo y generar comunidad. Su ausencia ha sido muy dolorosa pero en la red que han creado todos los que le querían, los habitantes de Castilleja han sido especialmente generosos y nunca ha faltado una olla de puchero en los momentos más fríos para arropar a su familia. Ahora esta manera de recordarlo le acerca para siempre al día a día de sus compañeros de guardia del SAS, a los camilleros y conductores de ambulancia con los que tantas horas compartía, a sus amigos, parientes y especialmente a sus hijos, que tienen un motivo adicional para sentirse orgullosos de él.

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