Pablo Antonio Fernández Sánchez

La modernización de la otan

La tribuna

07 de abril 2009 - 01:00

HAY quien ha hablado de una nueva OTAN o de la refundación de la OTAN, incluso, como el presidente Obama, de una reinvención de la OTAN. Sin embargo, no estamos ni siquiera en una revisión de su estrategia. Estamos más bien ante una nueva definición del papel de la OTAN frente a los nuevos escenarios mundiales. No han cambiado ni los procedimientos de control ni los mecanismos de decisión. No ha habido reformas del Tratado. El mismo formato de la reunión nos muestra esta realidad.

Se ha tratado de una reunión (si bien es verdad que al máximo nivel en la cumbre) del órgano decisor por excelencia, el Consejo del Atlántico Norte, no de una Conferencia Diplomática para proceder a la reforma de un tratado. Sinceramente, aunque hay quien ha abogado por reformas profundas, no creo que se den las circunstancias objetivas para ello. Por tanto, no es que les falte razón, sino que les faltan razones.

La ampliación de la OTAN a nuevos miembros (ya son 28, tras la adhesión de Albania y Croacia de estos días) o las respuestas a los nuevos desafíos de seguridad y de dotación a la Alianza Atlántica de capacidades para intervenir en otros escenarios alejados de Europa no son nuevos en el seno de la esta organización. Sin embargo, sí había que definir el papel de la OTAN en las nuevas complejidades de la paz y seguridad internacionales.

En este sentido, como expresó el presidente Obama minutos antes de la cena de gala de los jefes de Estado y de Gobierno el viernes, día 2 de abril, ni los elementos inmutables de la OTAN ni su estrategia se revisarán. Por tanto, se procede exclusivamente a esa nueva definición del papel de la OTAN frente a los desafíos actuales. Por ello se ha hablado de seguridad medioambiental o de operaciones de mantenimiento de la paz.

Es en este último marco donde se ha abundado más. Es verdad que la OTAN ya no puede seguir siendo sólo un instrumento militar estrictamente defensivo, sino que tiene que revisar su papel en la paz y seguridad internacionales para convertirse en un actor principalísimo, en todas sus formas: prevención de conflictos, construcción o consolidación de la paz.

En el fondo, esto es lo que ha venido reclamando España en cuanto a la revisión estratégica del caso de Afganistán. No es suficiente solamente la presencia militar. Se necesitan cambios estructurales que permitan tener más presencia policial y civil, más ayuda económica, más asesoramiento o adiestramiento civil, etc. En definitiva, a la seguridad hay que añadir gobernanza y desarrollo.

Y esto sí que es una novedad en el marco de la OTAN. Las operaciones de mantenimiento de la paz que ha desplegado la OTAN, tanto la de Kosovo como la de Afganistán (y otras), no estaban recogidas en su tratado fundacional. Sin embargo, no son contrarias al Derecho Internacional, porque cuentan con el respaldo de las Naciones Unidas y/o con el consentimiento del soberano territorial.

Ahora bien, los matices en la reunión de Estrasburgo, Kehl y Baden-Baden han sido diferentes. La OTAN debe dirigirse hacia la prevención de conflictos, que es, dicho sea de paso, una obligación internacional de todos los sujetos de la comunidad internacional. Por tanto, nada que objetar a este nuevo papel, siempre que se haga en el marco de la Carta de las Naciones Unidas. Esta ha sido la clave de las discusiones en el seno de la OTAN, si ésta debe participar, como así se ha decidido, en los procesos electorales, en la formación civil, en la reconstrucción, además de en la seguridad.

De hecho, a muchos se les ha hecho creer que los cambios que se deben producir en Afganistán están en el marco de la OTAN. Pero no hay más que recordar que el día 1 de abril -por tanto, sólo dos días antes de la reunión de la OTAN para celebrar su 60 aniversario- se desarrollaba una Conferencia de la ONU en La Haya para redefinir la estrategia en Afganistán, donde, por cierto estaba Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos (ello justifica su ausencia en algunos de los foros y cumbres que tanto han atraído a la prensa estos últimos días).

España ha hecho su apuesta por este redefinición del papel de una organización militar cuyos enemigos son diferentes de aquellos que la forzaron a nacer. Ha establecido el marco de compromisos con Afganistán, pero, sobre todo, ha apostado por un nuevo papel de la OTAN, hasta tanto la Unión Europea pueda definir un papel autónomo. Obama lo ha dicho bien alto y claro: Al Qaeda puede hacer mucho más daño a Europa que a Estados Unidos. Por tanto, multilateralismo, compromiso, seguridad, gobernanza y desarrollo.

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