La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Las 800 nóminas de Pepe Moya

¿Pero el presidente de Persán no tenía desde hace años todos los reconocimientos en la ciudad del paro por antonomasia?

Pepe Moya, en un Foro Joly.

Pepe Moya, en un Foro Joly.

Hace tiempo que no lo vemos, pero sabemos que siempre está por donde los azules del Martes Santo se tornan más azules que nunca esa noche del año en que por allí pasa sin hacer ruido esa paz dormida que es la Buena Muerte de su padre, de sus hermanos, de sus hijos y de sus nietos. Dicen que le han dado la medalla de la ciudad a Pepe Moya, el de Persán. El hijo de don Juan Moya, aquel maestro de abogados tan íntegro que se cambiaba de acera en la Avenida de la Constitución para no cruzarse con el magistrado que estaba conociendo una causa de la que era parte. Hoy muchos letrados se cruzan, pero para hacerse el encontradizo con el juez... El oro de la ciudad recaerá en quien levantó la fábrica cuando en ella creían Pepe y su mujer, Concha Yoldi. Yo creo que aquellas charlas entre ambos debían ser como las de don Juan Carlos y Adolfo Suárez a finales del 75. "Adolfo, ¿en la monarquía parlamentaria quién cree?". "Señor, usted y... yo". Pues algo así debió ocurrir en su momento cuando este Pepe Moya (Sevilla, 1953), ejemplo de ansiedad convertida en fuerza productiva, levantó a base tesón y coraje aquella marca que ya salía ampliamente referida en la célebre obra Sevilla Eterna como ejemplo del desarrollismo industrial de la ciudad del tardofranquismo. El día 23 recogerá la medalla de la ciudad quien dirige una empresa que paga 800 nóminas en Sevilla desde hace un buen puñado de años. Cada vez que un español pone el lavavajillas o conecta la lavadora, usa un producto fabricado en sus dominios en un 90% de los casos. Si otros sevillanos hubieran hecho la mitad que Pepe Moya, estarían en la cola del Palacio de San Telmo y de la Plaza Nueva reclamando su homenaje correspondiente. ¿Pero no tenía ya Pepe Moya todas las medallas del mundo? No, señor. No baila hip-hop, ni ha batido récords deportivos, ni es un personaje de los denominados populares. Debe ser que en Sevilla hay empresarios a manojos, sobre todo de los que abonan a fin de mes semejante número de nóminas. La verdad es que vas por la calle y no te tropiezas con uno de los pocos adoquines que quedan, sino con uno de esos emprendedores hartos de asumir riesgos y de crear riqueza. ¡Es que no se puede andar por la ciudad, con todas las calles llenas de gente con cientos de trabajadores a su cargo! Para uno que tenemos y la de años que hemos tardado en darle la distinción. Hasta una ganadería de bravo tiene. "Los toros se comen lo que gano con los detergentes", nos dijo un día. ¡Cuántos Pepe Moya necesita esta ciudad! Aquel monaguillo regordete de Laraña, el hijo de don Juan, sabe que el oro más preciado son siempre los lirios morados a los pies del Señor que lo bendice.

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