¿A quién se le ocurrió el nombre de Rubi?

Duele que un proyecto para tres años y que se alcanzó en el primero se vaya por los husillos

29 de octubre 2019 - 02:33

Nueve puntos logrados de los treinta disputados es una cifra que raya en lo ridículo y que entra de lleno en lo espantoso si son las de un equipo que había levantado una montaña de expectativas. Es el caso del Betis, de ese mismo Betis que hace un año y tres días encandilaba en un lugar tan principal como San Siro y que tenía el raro logro de haber ganado en el Bernabéu en dos cursos consecutivos. Nueve puntos de treinta, un escarnio.

Y es una pena que un proyecto levantado desde la solidez que da el conocimiento pueda irse por los sumideros de la mediocridad. Prefiero no redundar en cuanto he venido escribiendo desde que me percaté del poco feeling que la dirección deportiva tenía con el entrenador. Pero no quiero insistir en lo de los lodos y los polvos, con perdón esto último. Ocurre, sin embargo, que llueve sobre mojado y que ni siquiera el vértigo de la competición debe evitar la toma de decisiones.

Porque, ¿a qué puñetas juega este Betis que se quedó ya sin armas respecto al límite salarial? ¿A quién se le ocurrió dar el nombre de Rubi para el cargo de entrenador? Un iluminado, sin duda, pues no se comprende que incluso hubiera de pagarse traspaso. Claro que podía haber salido bien, pero es que ha salido fatal viendo cómo se desenvuelve sobre la yerba de turno un partido sí y otro también. Y es que lo de Granada fue ya el colmo de un grupo de nula intensidad.

Ahora vienen curvas muy cerradas tras un calendario que sólo tenía al Barça como misión complicada. Mañana llega el muy herido Celta a un Villamarín que será un avispero no más se tuerzan las cosas. Y esta vez será un avispero con toda la razón y no como en el curso anterior, que se emponzoñaba el aire aun cuando el equipo estaba en zonas que no daban pie a la inquietud. Qué pena que un proyecto para tres años que se alcanzó ya en el primero se vaya por los husillos.

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