La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Demasiados niñatos en la política
El sistema autonómico permite a las "provincias" protagonismos efímeros que, de vez en cuando, las llevan a las portadas y a los telediarios. Así, en un país en el que la política lo ocupa y lo devora todo, sólo las elecciones regionales del domingo vienen a recordarnos la existencia de la -siguiendo la idea tan cara a don Claudio Sánchez Albornoz- madre de España, la vieja Castilla (y León, faltaría más), aunque menguada y vaciada. Pero, sintomáticamente, lo único que parece importar de esas elecciones es cómo afectarán a las combinaciones y estrategias de alcance nacional que unos y otros confeccionan con el Gobierno del Estado como meta.
El grave problema del PP en esta tesitura es que tiene que conquistar el poder con las inclinaciones, reflejos y mimbres heredados de Mariano Rajoy, un señor que ha teñido de grisura perdurable y quizá ya irreversible a su partido. Esa herencia, aceptada cuando todo el mundo esperaba algo bien distinto, ha impedido a Pablo Casado convertirse en el líder que alguna vez apuntó y ahora puede llevarlo al desastre. La política rajoyana consistía esencialmente en el tancredismo a la espera del error del contrario, algo que funcionó en 2011 pero nunca más. Casado ha mejorado la impotencia de Rajoy con la emasculación propia seguida del tullimiento de su brazo derecho, y así, capón y sin diestra, ya me dirán qué se puede conquistar. El plan de utilizar las elecciones castellanoleonesas como trampolín para las andaluzas, y éstas para las generales sólo podía tener sentido si Vox no existiera o, aceptada de una vez esa realidad, si se estuviera dispuesto a trabajar en un entendimiento que piden a gritos las bases y respaldan las encuestas. Ni siquiera en las regiones en las que sigue fuerte, el PP puede aspirar a ese 45% del voto que asegura la absoluta, y la muleta "ciudadana" ya no suma. Así las cosas, ¿quién puede entender la fobia pepera a un partido que le permitiría alcanzar sólidas mayorías en todas partes y con el que comparte, al menos sobre el papel, tantos valores? La estrategia de aislar a Vox es tan absurda como irrealizable toda vez que alcanza ya porcentajes de voto entre el 15 y el 20% en todas las encuestas. Poco a poco, décima a décima, con muchísimo trabajo de proximidad y con coherencia que todos deberían reconocerle, se ha convertido ya en un socio obligatorio para el PP. A no ser, claro, que la solución sea el suicidio.
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