La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sevilla seguirá, de momento, sin cardenal
En Sevilla, las calles más comerciales siempre fueron peatonales. Sierpes, de la Campana a la Plaza, con Cerrajería y Sagasta. Lineros y Puente y Pellón, que mantienen la memoria del primitivo zoco, con las tiendas de Plaza del Pan, calle Córdoba, Francos, Chicarreros y Chapineros hasta llegar a la Plaza. Y hacia el norte, Regina y José Gestoso, con sus semillerías y tiendas de juguetes. Otras ciudades tenían calles peatonales como Bilbao, Roma y, naturalmente, Venecia. Después se comprobó que peatonalizar era bueno para el comercio. Carnaby Street como calle de la moda pop y Bond Street de la moda de lujo, en Londres. Las calles Stroguet en Copenhague y Karntnerstrasse y alrededores en Viena, subrayaron el éxito turístico y comercial en esas maravillosas ciudades. Con el tiempo se han peatonalizado algunos tramos de Broadway en Nueva York. Y la calle Madero en el mismo centro de Ciudad de México, que es peatonal desde 2009, para poder caminar desde la Alameda y el Palacio de Bellas Artes hasta el Zócalo. Cada vez hay más calles peatonales. Seguro que recuerdan ustedes muchos ejemplos.
Así se pudo comprobar que la peatonalización proporcionaba calidad de vida y tirón comercial. Y muchas ciudades españolas lo aplicaron como en la calle Dato y alrededores, en Vitoria, ciudad ejemplo internacional de calidad urbana. Valencia, Granada, Málaga. En Sevilla lo aplicamos en las calles Tetuán, Velázquez, Rioja, O'Donnell, San Eloy. Las Plazas del Triunfo y Virgen de los Reyes. Y peatonalizamos la Avenida. Y como en los años veinte, cuando su apertura, funcionó como tarjeta de visita de una nueva idea de ciudad. Las calles Asunción y San Jacinto nos ofrecen ahora su mejor versión. Sus tramos peatonales son un ir y venir de paseantes. Con veladores, con tiendas abiertas. También es un lugar de familia y de amigos. Los bares ayudan a las tiendas y las tiendas ayudan a los bares. Y el fenómeno se extiende a las calles adyacentes, donde coexisten nuevos negocios con los de toda la vida.
Todo esto no es nada nuevo. Se repite una y otra vez. Siempre sucede así al hacer peatonales algunas calles centrales de barrios y ciudades. Aunque también forma parte de la tradición de estos procesos la reticencia inicial de algunos vecinos y comerciantes. Pero son muchos los beneficios si el proceso culmina. Para el comercio, porque mejoran las ventas. Para los propietarios de los inmuebles (todavía no conozco ninguna zona peatonal donde hayan bajado los precios de los locales). Y también es beneficioso para los vecinos porque aparecen nuevos lugares de encuentro o se recuperan algunos perdidos, que estaban ocupados por los coches. Ojalá las nuevas peatonalizaciones anunciadas en Sevilla en distintos puntos del centro y en los barrios sean entendidas como la más importante mejora de la ciudad. Sin olvidar árboles por todas partes, que los necesitamos. Y acabar el Metro. Porque la red de Metro y las calles peatonales son el complemento perfecto en una ciudad.
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