La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sevilla seguirá, de momento, sin cardenal
Con la instauración de la comunidad autónoma, allá por los años primeros ochenta, se inauguró en Andalucía un provincianismo que hasta entonces no había existido. Que uno recuerde, no había especiales recelos entre Sevilla y Málaga, sino más bien una mutua y profunda ignorancia. Si acaso, sí había algunos celos de Málaga con respecto a Granada, que tenía Capitanía General y una Universidad potente o de Cádiz con respecto a Sevilla por aquello de la cercanía, pero no pasaba de ser una cuestión de chiste. Los sevillanos invadían las costas gaditanas y tomaban como suyas las playas de Chipiona o Sanlúcar y los de la tacita se lo pasaban de lo lindo haciendo coplas carnavaleras para meterse con los miarmas. Las cosas no pasaban de ahí.
Fue instalarse la Junta de Andalucía en Sevilla y dispararse los agravios de las siete capitales de provincia restantes contra la que había sido designada para albergar las instituciones regionales. El asunto ofrecía material barato para la demagogia política. La denuncia del agravio comparativo y del nuevo centralismo sevillano se convirtió en un mantra utilizado como comodín por todos los partidos a su libre conveniencia.
Sevilla, con su altanería habitual, ignoró este fenómeno hasta que Málaga hizo de ese enfrentamiento una de sus señas de identidad y logró utilizar el agravio como una eficaz palanca para impulsarse como la ciudad de Andalucía con mayor capacidad de innovación y de desarrollo en todos los órdenes. El fenómeno no ha remitido, sino más bien todo lo contrario. Sevilla mira con el rabillo del ojo a Málaga, que se ha convertido por derecho propio en un modelo a imitar y que ahora, además, se ve claramente favorecida por una Junta en cuyos principales escalones de poder llevan ya instalados una legislatura y media los malagueños.
El último episodio de estos pulsos por ver quién se lleva el gato al agua tiene que ver con una pretendida conexión aérea directa entre China y Andalucía. Los dos principales aeropuertos andaluces, Málaga y Sevilla, quieren ser el destino de los aviones de Air China, una vez que la capital de la Costa del Sol se hizo en su momento con los vuelos sin escalas a Estados Unidos. Que Málaga es desde hace muchas décadas el gran aeropuerto internacional de Andalucía es algo que ofrece pocas dudas. También lo es que, a Sevilla, a pesar de su marca mundial y de su importancia turística le va a costar abrirse paso como destino de primera fila, aunque su obligación es intentarlo.
Pero más allá de lo que pase finalmente con este caso, se vuelve a demostrar que Andalucía está muy lejos todavía de ser un territorio articulado con una estrategia definida que le permita asomarse a un mundo cada vez más competitivo y complicado, en el que las regiones y las ciudades van a jugar un papel cada vez más determinante. Aquí preferimos seguir metidos en debates que no llevan a ningún sitio y jugando a los agravios y a las peleas de patio de colegio. Convencidos de que hacer el cateto es una buena forma de estar en el mundo.
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