Los puentes de Madison

Primer día sin fútbol en el Mundial, víspera de dos aniversarios: John Lennon y Plácido Fernández Viagas

07 de diciembre 2022 - 01:46

Hoy es el primer día sin fútbol de este Mundial. ¿Qué fue del Ecuador-Qatar de aquel 20-N? Día de puente. Los puentes de Madison que unen la Constitución con la Inmaculada Concepción. Tiempo de recuerdos de dos gigantes que murieron en esa fecha. John Lennon (1940-1980) apenas disfrutó de sus cuarenta años. De la quinta natalicia de Alfonso Guerra, Rojas-Marcos, mi peluquero Melado, Eduardo Saborido y el gran Pelé, que ganó tres Mundiales y está jugando el cuarto contra la Inefable. Ya he contado alguna vez cómo oí la noticia del asesinato del músico de Liverpool en el autobús que me llevaba a Murcia para asistir en Alcantarilla a la jura de bandera de mi hermano Juan, otro John, en la base de paracaidistas.

Mañana se cumplen cuarenta años de la muerte de un hombre bueno. Plácido Fernández Viagas (1924-1982) le da sentido a este puente porque murió siendo magistrado del Tribunal Constitucional, la chacha jurídica del actual Ejecutivo. Murió en el segundo aniversario del asesinato de John Lennon. Él a su manera fue un Beatle de la política. El 27 de mayo de 1978 fue proclamado en Cádiz primer presidente de la Junta de Andalucía. En la biografía de Plácido que escribió Lola Villar Lama, resultado de la tesis doctoral que le dirigió el profesor Manuel Moreno Alonso, destaca estas palabras del juez tangerino: "Me gustaría poner dos palabras como ángeles guardianes de la palabra Andalucía. Esas dos palabras son España y Justicia". Curiosamente, esta biografía de Plácido la puse en mi estantería junto al libro de Antonio Domínguez Ortiz España: tres milenios de historia.

Plácido fue un político contra corriente. Convocó a todos los partidos, desde la derecha burguesa a la izquierda extraparlamentaria, para la firma del Pacto de Antequera, los pactos de la Moncloa andaluces. Gobernó desde una sede institucional que parecía un piso de Ikea, con una secretaria, un chófer y Lola Cintado, su jefa de prensa. Murió la semana en la que Felipe González recibió de Leopoldo Calvo-Sotelo el timón gubernamental tras las elecciones de octubre del 82. Ya había vuelto el Papa Juan Pablo II al Vaticano después de su visita pastoral a España.

Rebelde y muy familiar, inconformista y cumplidor de las leyes, lector de Juan Díaz del Moral y de Steinbeck, aficionado al teatro, elegido Sevillano del Año en una gala que también premió a María Jiménez y Soledad Becerril, la moderación como herramienta política tiene mucho que ver con el legado de Plácido. Juanma Moreno lo sabe y ha hecho suyo el mensaje andalucista para ampliar el espectro. La mejor lección de Plácido es que Andalucía no es de nadie, ni siquiera de los andaluces, deberíamos decir con San Juan de la Cruz versionado por Amancio Prada. Hay en política tentaciones de patrimonializar una palabra, un símbolo, un latifundismo conceptual que convierte a radicales de rigodón en terratenientes de la imaginería política. Y que, en las antípodas de la querencia de Plácido, sueñan con una Andalucía a su medida, excluyente, lacrimógena, identitaria, como la España de Vox. Los extremeños se tocan. Y algunos andaluces también. Qatar-Ecuador. Plácido murió el año del Mundial de Naranjito.

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