Algunos puntos oscuros del acelerón sevillano

Tabacalera resume la trayectoria de Sevilla: de la industrialización precaria a la turistificación plena

Algunos puntos oscuros del acelerón sevillano
Algunos puntos oscuros del acelerón sevillano

06 de febrero 2020 - 02:31

Sevilla, como la historia misma, avanza a tirones. A los periodos de tedio y estancamiento suceden otros de aceleración en los que todo empieza a cambiar de forma un tanto atropellada. En las últimas semanas hemos visto cómo varios proyectos que se encontraban atorados en el desfiladero de la incompetencia política-administrativa han empezado a trotar alegremente hacia su consumación final. La Ciudad de la Justicia, la línea 3 de Metro, la restauración del Museo Arqueológico o la reutilización de la antigua fábrica de tabacos de Los Remedios y del Hospital Militar han abandonado el purgatorio de los temas pendientes para empezar a tomar cuerpo, alguno incluso con fecha de inauguración (que, no lo duden, se incumplirán). Pero estos proyectos tienen también sus puntos oscuros. Por ejemplo, el traslado de la Audiencia a eso que tan pomposamente llaman la Ciudad de la Justicia (nombre entre utópico y mormón) no deja de ser un paso más en el vaciamiento del centro de la ciudad y su definitiva conversión en una concha sin molusco. Su éxito está supeditado a la puesta en marcha del tramo sur de la línea 3 del Metro (El Prado-Hospital de Valme), cuyas obras, si todo funciona a la perfección, no empezarán hasta 2022. Si tenemos en cuenta que la Ciudad de la Justicia debe estar en servicio en 2023 y que la construcción del metropolitano durará como mínimo 3 años (5 tardó la línea 1), sólo hay que sumar para ver que algo no funciona. Vayan preparándose letrados, señorías, bedeles, picolos, reos y demandantes para asistir en Palmas Altas a un caos inicial de tráfico como el de Lagoh, actual orgullo comercial de la ciudad que presume con enternecedor patetismo de haber sido puerta y puerto de América.

Respecto a la tabacalera de Los Remedios siempre nos quedará la duda de si era necesario proteger absolutamente todos los edificios del conjunto fabril, lo cual hipoteca las posibilidades del proyecto. Nos perdonará el profesor Julián Sobrino, que tanto ha luchado por el patrimonio industrial sevillano, pero con el edificio principal (incluidas las pinturas de Delhy Tejero) hubiese bastado. Espadas, en un arrebato de lirismo, ha hablado de un futuro y misterioso "efecto Guggenheim" en Los Remedios, sin explicar muy bien en qué consistirá ni cómo se compatibilizará con la presencia en el lugar de la Hermandad de las Cigarreras, un hotel, oficinas municipales, tiendas, la continuidad del sucio y mal conservado parque Manuel Ferrand... Demasiadas cosas para una sola tabacalera. De lo que no nos cabe duda es de que el proyecto resume a la perfección el viaje económico de Sevilla en las últimas tiempos: de una industrialización precaria a una turistificación plena.

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