La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El teleférico, el talismán perdido
La ventana
HAY que parar la ola de indignidad que nos intenta invadir, pero también debemos dejar de sorprendernos de que existan alimañas que utilicen las redes sociales para el insulto. Parece que esta gentuza ha surgido como por ensalmo y no es así. Siempre existieron psicópatas, asesinos en serie e gentes de mal vivir, pero no tenían donde expresar públicamente sus instintos y se limitaban al cobarde anónimo. Pero surgieron las autopistas de la información para procrear esas redes sociales que más bien son cloacas asociales donde las ratas vocacionales hozan y defecan. Y así nos encontramos con movidas como la que ha liderado ese angelito que dice ser profesor en Burjasot y que, acojonado por la que va a venírsele encima, ha plegado velas negando la mayor. Siempre hubo ratas como esa, pero no tenían donde defecar, hallaron su letrina y he ahí el resultado.
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