Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Cuatro romanos y cinco cartagineses

Cuatro décadas después de la muerte de Plácido, Juanma recupera el pacto de Antequera

En términos balompédicos, en el primer Domingo de Adviento de 2018, Juanma Moreno ascendió por el play-off con los peores resultados del PP en toda su historia y tres años y medio después ha ganado la Liga consiguiendo por primera vez una mayoría absoluta para el Partido Popular en Andalucía. En lo que era el feudo socialista, es como si el campeonato lo hubiera ganado el Numancia o el Leganés. El presidente de la Junta ha reescrito el poema del Romancero Gitano de Lorca: "Señores guardias civiles/ aquí pasó lo de siempre/ murieron cuatro romanos/ y cinco cartagineses".

Las guerras púnicas aquí siempre las ganaban los mismos, pero los honderos baleares de Salambó, los de la novela de Flaubert, han hecho bien su trabajo. El PSOE sigue en Adviento, porque necesita su propia Navidad para renacer de nuevo. Ha pasado de las Memorias de Adriano, la novela de Marguerite Yourcenar que Felipe González convirtió en libro de cabecera (hay un hermoso texto de esta escritora en el Museo de la Macarena) a las Memorias de Adriana…

Todo esto ha ocurrido cuatro décadas después del año que cambió casi todo. En mayo de 1982 Rafael Escuredo ganaba con mayoría absoluta las primeras elecciones andaluzas. El 28 de octubre de ese año Felipe González barría en las generales con 202 diputados. Y el 8 de diciembre, dos años después del asesinato de John Lennon, moría Plácido Fernández Viagas, primer presidente de la Junta de Andalucía. Si se hiciera un bosquejo del perfil ideológico de los votantes de Juanma Moreno, su colchón electoral ha resucitado el espíritu del Pacto de Antequera. Que se olviden la izquierda sectaria y la derecha nostálgica: en Andalucía no hay un millón y medio de latifundistas.

Lo primero que hizo Juanma Moreno en diciembre de 2018 cuando accedió a la Presidencia de la Junta fue visitar en su casa de la plaza de Cuba a don Manuel Clavero Arévalo. Como otros gigantes de 1926 (Caballero Bonald, Alfonso Sastre) murió en 2021, pero su legado sigue bien vivo. El último frentismo de cierta progresía ha sido contraponer la figura de Clavero a la inviolabilidad estatutaria de Blas Infante.

En la presentación del libro de Javier Aristu Señoritos, viajeros y periodistas, el historiador Carlos Arenas se refirió al "andalucismo reaccionario" de Clavero Arévalo y se quedó tan pancho. En su exégesis del libro, omitió un detalle nada irrelevante que Aristu incluye en el capítulo que le dedica a Pemán como responsable de una imagen falsa y dicharachera de Andalucía. Escribe que "Infante y Pemán cultivan los mismos procedimientos antihistóricos, fantasiosos e imaginativos tendentes a construir un modelo de Andalucía que poco tiene que ver, ni antes ni ahora, con el que realmente existe".

En el libro 1973-1983. Crónica de un sueño hay una foto de Pablo Juliá en la que aparece Clavero rodeado de lugareños dando un mitin en Casares, la patria malagueña de Blas Infante. Una imagen cargada de simbolismo. Hace cuarenta años también fue el Mundial de España. No sé el candidato Espadas de qué modelo se siente más próximo: de la España que empató con Honduras o la que perdió con Irlanda del Norte.

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